La situación azulgrana

La tortura del central

El Barça ha invertido casi 200 millones de euros en tres lustros en una posición maldita, que ha devorado a defensas de todo tipo

Patrik Andersson, Philippe Christanval, Martín Cáceres y Dmitro Chigrinskiy.

Patrik Andersson, Philippe Christanval, Martín Cáceres y Dmitro Chigrinskiy. / periodico

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Tata esperó a Puyol. Pero el capitán, con las rodillas castigadas por tantas lesiones, no pudo  ayudar a Martino. Mathieu esperó hace un año que el Barça lo fichara (entonces por ocho millones de euros), pero no se concretó la operación por deseo del técnico argentino. Este verano, con un precio sensiblemente mayor (20 millones), llegó el defensa francés al Camp Nou junto a Vermaelen, dispuestos a romper con la tortura del central. Una tortura que viene de lejos. Hace casi 15 años que el Barça ficha centrales, invirtiendo una auténtica fortuna -casi 200 millones de euros-, pero no hay manera de que encuentre la pieza adecuada para encajar en ese delicado rol.

Han sido, curiosamente, los más baratos (el club pagó cinco millones al Mónaco por Márquez en el 2003 y otros cinco al United por Piqué en el 2008) también los más longevos -siete temporadas- y, sobre todo, los más rentables. Pero por  el camino se han quedado defensas de todo tipo. Hubo elegantes y técnicos como Frank de Boer, al que se le esperaba con su famosa diagonal para superar la presión que apenas se vio vestido de azulgrana, otros antiestéticos y lentos, como el francés Christanval, uno de aquellos sorprendentes fichajes de Gaspart. Estuvo dos años en el Camp Nou y si alguien pregunta por él no quedó rastro alguno. Ni de su fútbol, ni de su melena.

De Andersson a Chigrinskiy

Se fue Christanval del Barça y, con apenas 30 años, abandonó el fútbol para dedicarse a su gran pasión: la joyería. Hubo campeones del mundo con un palmarés de ensueño como el francés Thuram

-tenía 34 años cuando llegó- que dignificaron más el mensaje que el juego. Y otros, como Patrik Andersson, que venía del Bayern de Múnich tras ganar la Champions y la Bundesliga, de los que solo se recuerda una frase. «Si he llevado el 5 de Beckenbauer cómo voy a notar presión con el 4 de Guardiola», dijo orgulloso el central sueco, que en  dos años y medio en el Camp Nou jugó solo 30 partidos: 19 en la primera campaña, 6 en la segunda, zarandeado por las lesiones, y 5 antes de irse al Malmoe.

Los jóvenes experimentos como Mario, Martín Cáceres o Henrique tuvieron un paso efímero e insignificante. En el caso del defensa brasileño apenas un verano, sin llegar ni siquiera a ser presentado.

Milito, a pesar de tener las rodillas dañadas, aún resistió tres temporadas en el Camp Nou, mientras Chigrinskiy, el deseo de Guardiola, el central más caro de la historia del club (25 millones se pagaron al Shaktar Donetz) aguantó un año vestido de azulgrana. Disputó 14 partidos y sirvió con su venta (15 millones abonó el club ucraniano) para pagar las nóminas del Barça, según la justificación que dio el entonces presidente Sandro Rosell sin saber, o quizá sí, que sería el primer punto de desencuentro con Pep. Se fue Chigrinskiy y se convirtió en un misterio -52 partidos con el Shaktar en cuatro años- del fútbol. Como misterioso es el tema del central del Barça.