La 'solución Messi'

Si el Barça tiene un problema con Messi es que, en realidad, tiene un problema consigo mismo. ¿Desde cuándo tener a los mejores resulta un problema? ¿Desde cuándo disponer de un futbolista singular y decisivo es más un inconveniente que una brutal ventaja? Aquel gol colgado del cielo de Roma en el 2009 antes de firmar otro con el pecho en Abu Dabi para coronar un año jamás visto, seis títulos de seis, aquel  furioso disparo en Wembley en el 2011, su  fiabilidad en las grandes  citas (ha ganado 8 de las 10 finales jugadas)...

Messi nunca será un problema porque siempre fue, y será, una solución. Cuesta imaginar qué habría sido del Barça sin ese delantero voraz, que se reinventó de la mano de Guardiola -abandonó la banda derecha para ubicarse en el centro, donde ni es nueve ni tampoco falso nueve sino que es sencillamente Messi-, capaz de convertirse en el dueño del Bernabéu, un estadio al que no ha parado de silenciar besándose con pasión el escudo del Barça.

Conecten a Messi con el balón, generen un ecosistema para que él sea feliz, a la espalda de Xabi Alonso y Modric y por delante de Pepe y Ramos, abran puentes de diálogo con Iniesta y entonces se verá que Messi sí es un problema. Pero un problema casi irresoluble para Ancelotti. Y por favor, que participe mucho del juego. Cuánto más, mejor.