LA ACTUALIDAD AZULGRANA

El señor de los récords

Messi disfruta de su semana mágica con dos marcas legendarias que pronto hará volar

Messi, con un balón de los años 50 y otro actual de la Champions

Messi, con un balón de los años 50 y otro actual de la Champions / periodico

MARCOS LÓPEZ / DAVID TORRAS / BARCELONA

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Miró con cariño infantil la pelota antigua, traída expresamente del Museu del Camp Nou. Un balón de cuero, cosido a mano, testimonio de la época de la inauguración del Camp Nou, a finales de los 50. Una década dominada por Telmo Zarra, el delantero del Athletic, el eterno goleador del siglo pasado. Recién duchado, sonriente, feliz, relajado, Leo Messi acariciaba este viernes esa reliquia y observaba de reojo el liviano balón con las estrellas de la Champions, símbolo de la nueva era. En la mano derecha sostenía la pelota de Zarra. En la izquierda, la de Raúl. El niño que llegó a Barcelona desde Rosario, con 13 años, ya es el señor de los récords.

De un siglo a otro siglo, de Zarra a Raúl, una pasarela de casi 50 años por la que Messi ha desfilado como nadie había sido capaz de hacer. De gol en gol, de los 253 de la Liga a los 74 de la Champions, todos con el distinguido sello 'messianico' y todos tan distintos. No hay una colección igual. Ante cada reto, ante cada récord, Messi ha ido dejando atrás nombres legendarios, en esa carrera contra sí mismo porque solo Messi está a la altura de Messi. Sonreía feliz en medio de la sesión fotográfica, jugando con el balón, como si ya le echara de menos después de toda una mañana sin tocarlo. Luis Enrique cambió el entrenamiento por una carrera de karts y Leo, que condujo el número 14, se lo había pasado bomba. Pero nada le hace disfrutar más que una pelota.

Y con la pelota nadie ha ido más deprisa que él haciendo historia. Solo tiene 27 años y parece que haga un siglo que juega. Por más inalcanzable que parezca el récord, Leo los ha ido devorando. Los dos últimos, en tan solo tres días, y en medio del ruido que periódicamente acompaña a su futuro. Él siempre es más claro hablando en el campo. Ahí no hay dobles interpretaciones. Ahí Messi siempre es Messi.

COLECCIÓN DE BALONES

Así que decidió acabar por las buenas, con dos triples consecutivos, como toca cuando hay un récord que batir. Tres goles al Sevilla, otros tres, y con la pierna derecha al Apoel, y dos balones más que se llevó a su casa de Castelldefels. Ya tiene 28. "Sí, los guardo todos", asegura. Pero no se recrea en mirarlos. Sale del campo botando la pelota, tan pancho, tan normal, como si no hubiera ocurrido nada extraordinario. Después, la guarda en su colección y ahí se queda. Hasta la próxima.

Pero, hace una semana, en el Camp Nou sí ocurrió algo extraordinario. El partido se detuvo con el gol 252º, y sus compañeros, los que saben mejor que nadie que tienen al lado a alguien excepcional, al mejor de todos, se fueron a por él y le mantearon. Lo nunca visto. Zarra, intocable en su pedestal, acababa de pasar a ser la segunda página del libro de una historia donde parecía que iba a quedarse para siempre en primera fila. Hasta que aquel chico que decía llamarse Messi y que pedía que recordaran su nombre pasó por delante. Con todo el respeto del mundo, sin un solo signo de soberbia, con la timidez que no acaba de perder, como si Messi no fuera consciente de ser quien es.

DOS SIGLOS

En Chipre, Europa se quedó, otra vez, con la boca abierta tras contemplar una nueva exhibición de un jugador "incomparable", como lo definió Xavi, o "único e irrepetible", como reitera día sí y día también Luis Enrique. Alguien capaz de cometer una "animalada que tardará 600 años en superarse", según Pep Guardiola, fulminando en 72 horas dos registros de dos siglos, representados en esas dos pelotas que Messi miraba ayer con complicidad.

Igual que los números. Esos globos suspendidos en el aire representando una cifra que pronto echará a volar: 253. Primero, el 3, al que Leo ya parece despedir con la mirada, quizá mañana mismo en Valencia. Y el 5 tampoco tardará mucho en caer. Y, si se cumplen sus deseos, que ha repetido muchas veces por más que añada la realidad de que en el fútbol nunca se sabe qué pasará, y los de todos los culés, el 2 también desaparecerá para dar paso a un 3. Y así hasta que él quiera. Apenas le quedan récords por batir. Solo Messi puede superar a Messi. Le quedan muchos balones que llevarse a casa. Viéndole, sonriente, feliz, tan pancho, no hay duda de que lo hará.