La situación azulgrana - De la Liga a la cita en la Champions

Rabia y esperanza

El Barça sufre un duro golpe pero ya tiene en la cabeza una ilusión para olvidarlo: Múnich

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Ahí dentro hay rabia. Ahí dentro, acostumbrados a ganar tanto en tan poco tiempo (13 títulos de 17 posibles descontando ya esta Liga en casi cuatro años frente a los 2 del Madrid), una derrota se tolera de muy mala manera guardando, eso sí, las formas. En la caída toca ser más elegante incluso que en la victoria. Pero ahí dentro, en el vestuario del Barça, ver ganar una Liga al Madrid (la primera desde que llegó Guardiola en el 2008) andan más que rabiosos por volver a jugar. Diríase que si pudieran hoy mismo estarían sobre el césped dispuestos a demostrar que esa alma competitiva sigue siendo infinita. Mañana, el fútbol les da otra oportunidad con un hermoso tesoro como recompensa: la final de la Champions en Múnich.

«No es un momento delicado, es esperanzador», gritó casi Xavi, erigido ayer en el portavoz de un grupo golpeado por la derrota ante el Madrid («no jugamos mal, pero tampoco excelente», precisó en tono autocrítico), pero sin rendirse. Ahí dentro han ganado tanto que una derrota, y sobre todo ante el Madrid de Mourinho, ejerce un efecto devastador al inicio. Pero, de inmediato, se transforma en una motivación extrema. «El martes nos jugamos una final de la Champions, con eso está dicho todo», recordó Xavi.

«CUESTA MUCHO DORMIR» / Rabia, descontrol emocional en el partido, frustración, impotencia, falta de puntería y el sentimiento propio de un culé («cuesta mucho dormir tras una noche así», confesó Xavi) inundaron el vestuario del Camp Nou primero -pocas palabras hubo tras la derrota- y ayer en el de la Ciudad Deportiva. Tampoco Guardiola debió conciliar demasiado el sueño porque tramó un plan que resultó, al final, imperfecto. Pero nadie, ni técnico ni jugadores, tienen tiempo para lamentarse. La herida de la Liga ha cicatrizado de forma instantánea porque no queda otro remedio.

«Nosotros sabemos perder, ya lo demostramos en la final de la Copa del Rey», recordó Xavi tras constatar que los dos únicos clásicos que no han dejado secuelas polémicas han sido, precisamente, los dos triunfos del Madrid. En Mestalla hace un año, en la final de la Copa, y el del sábado en el Camp Nou. Cuando el Barça dominó los clásicos hubo siempre alboroto, excusas, coartadas y mucho ruido silenciando el fútbol.

«Hemos perdido un título, pero todavía nos quedan dos. Y hemos ganado antes tres. Estamos en una final y a 90 minutos de poder jugar otra. Se ha perdido la Liga, pero todavía se puede hacer una grandiosa temporada», añadió después Xavi enfatizando ese mensaje «esperanzador» tras la noche más amarga vivida por el Barça de Guardiola en el Camp Nou, solo comparable a la eliminación en la semifinal europea ante el Inter, también de Mou.

DROGBA VIAJA / Ahí dentro hay ahora mucha más rabia que de costumbre. Rabia porque no se sintieron ellos en el clásico, rabia también por filtraciones poco habituales anunciando, y acertando, el once inicial cuatro horas antes del inicio del partido, lo que ha irritado tanto a técnicos como futbolistas, y rabia porque el Bar-ça perdió, sobre todo, su esencia.

No se vio al equipo que siempre deslumbró ante el Madrid («no fue nuestro mejor partido, ellos nos dieron la pelota pero no creamos las ocasiones que solemos», dijo Xavi) y no hay mayor tortura para esa gente que habita ahí dentro. Mañana, el Chelsea viaja con un gol de ventaja, un autobús para defenderse y con el recuperado Drogba; es la frontera del Barça: Múnich o la depresión.