A por el balón, grita el Barça

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Dos trenes a toda velocidad, embalados, sin que ninguno quiera parar. Con la confianza de arrollar al otro si no se aparta de la vía. Así se encuentran la tarde de este sábado, a la hora de la merienda, cuando debería ser una cena de tres tenedores, Madrid Barça en el primer clásico de la temporada. Carente de la mala baba que le echaba José Mourinho, pero sin que haya perdido ni una gota de interés ni de morbo: por la racha de Cristiano (15 goles), por la amenaza de Messi al récord de Zarra, por el debut de Luis Suárez, que jugará unos minutos aunque persiste la incógnita de su titularidad, y por el pasado blanco de Luis Enrique, que ha renunciado a echar carbón a la caldera de las pasiones.

Por una vez, la carga futbolística se antepone a toda la polémica, así de lanzados van culés merengues. El Barça defiende el liderato, pero no ante los blancos (la distancia de cuatro puntos se reduciría a uno), sino respecto al Sevilla, el único que podría adelantarle, aunque para ello debería marcar muchísimos goles el conjunto andaluz. El crédito azulgrana anda en juego tras la derrota ante el PSG en la Champions, la única de la temporada, así como la duración del récord de Claudio Bravo (no ha encajado un gol en 8 jornadas) y el de Zarra, que Messi batirá si anota dos. No se parará el partido ni habrá homenajes. Luis Enrique sacrificaría los dos récords a cambio de volver con los tres puntos. Y esa premisa transmitirá al grupo.

Mayor respeto

Tan sólida es la trayectoria del Barça como fulgurante la del Madrid. Las brumas iniciales se disiparon rápidamente. Suele suceder en Chamartín: los disgustos se entierran con rapidez, a diferencia del Camp Nou, donde cada derrota se analiza del derecho y del revés. Las tres del Madrid (en la Supercopa y la Liga con el Atlético y otra en Anoeta) están enterradas en el baúl del olvido. Los festivales que dirige Cristiano (ocho victorias consecutivas con cuatro goles de promedio) elevan el volumen del grito que hoy atronará en el Bernabéu. A por ellos.

A por ellos, dijo Luis Enrique en la rueda de prenesa de este viernes. «A por la pelota y a por el partido». Ese es el lema del Barça, que viaja a Madrid con la serenidad de llevar cuatro triunfos en las seis últimas visitas. El Bernabéu que visitará Luis Enrique con traje y canas no es el mismo que conoció como futbolista azulgrana. «Hay un mayor respeto por los títulos que se han ganado desde entonces y la manera como se han ganado», reconoce Luis Enrique. Él sin embargo, recibirá el mismo trato. Ya pudo calibrarlo el año pasado como técnico del Celta. «Muy tranquilo, muy placentero», bromeó. «A mí lo que me gusta es el cariño repartido, con el Celta fue muy íntimo», añadió, a la espera de una pitada antológica y compartida entre él y Barça. Lo  previsible. Los clásicos tienen que ser «calientes», defiende el técnico.

Respeto a Ancelotti

No le ha hecho falta responder si algún día entrenaría al Madrid, en contraposición a Ancelotti, que primero ha ironizado con que él no pregunta a los jugadores antes de sustituirles y luego dijo que nunca dirigiría al Barça. «Le tengo respeto como exjugador, como entrenador y como persona», explicó, reconociéndole «el derecho a bromear». «Me sigue cayendo muy bien», insistió Luis Enrique a la tercera pregunta.

La distensión del viernes en Sant Joan Despí desaparecerá este sábado. Desde las 8.45 de la mañana, cuando están citados todos los jugadores. Conocerán entonces quiénes viajan a Madrid. Luis Suárez tiene el billete de avión garantizado. «Tendrá algún minuto seguro, porque es una efeméride importante y será una manera de incorporarse de forma definitiva al equipo», ha explicado, sin querer precisar si aparecerá en el once titular. Ni él ni nadie. Sergio Busquets ya está disponible. DouglasVermaelen Adriano seguro que no vuelan.

Interviene el psicólogo

Luis Suárez no ha necesitado ningún aviso sobre lo que se encontrará en el Bernabéu. Ya conoce lo que puede dar de sí Pepe. El psicólogo, Joaquín Valdés, ha intervenido con mayor incidencia esta semana. «Es un partido diferente a los demás en el que las emociones te pueden jugar una mala pasada», ha admitido Luis Enrique. Pero la filosofía en el campo no cambiará.

«Jugaremos con la misma idea futbolística, la misma mentalidad desde que hemos empezado esta temporada de tener el balón. Iremos a por él. Lo necesitamos más que ellos», ha explicado, sin perder de vista que deberán evitar las veloces transiciones del Madrid y la temible pegada de su delantera. Como la del Barça. El choque de dos trenes.