El Barça más genuino

El once azulgrana recupera su estilo de pases para encerrar a Osasuna y Messi embellece una gran victoria

Messi, durante el partido del Barça ante el Osasuna.

Messi, durante el partido del Barça ante el Osasuna. / VINCENT WEST

JOAN DOMÈNECH / PAMPLONA

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En un antiguo escenario de sonadas catástrofes, El Sadar, el Barça ofició en el campo del colista como si se midiera al líder, igual que la semana pasada. Sin confianzas pero con la ambición imprescindible para recuperar la distancia perdida respecto al Real Madrid, invadió el estadio navarro para llevarse sin contemplaciones los tres puntos.

Indiferentes a la bruma y el frío, Messi y Suárez operaron sin anestesia a Osasuna, y ahí anidó el cambio del Barça. En un escenario proclive a buscar refugio detrás de un defensa o a huir de la pelota, las dos estrellas se colocaron al frente para que los demás los siguieran. Tardaron una hora en batir a Nauzet, y lo hicieron con dos jugadas idénticas, pero hasta entonces estuvieron intentándolo, dejando claro, a rivales y compañeros, que no habría otro desenlace que el triunfo azulgrana.

MÁS FÚTBOL QUE GOLES

Hubo más fútbol que goles en la gélida matinal, a diferencia de otras ocasiones, y a través del juego cerró el cuadro de Luis Enrique un mediocre episodio de tres empates consecutivos que le han rezagado en la Liga, mientras trata de recoger el hilo y recuperar su mejor estampa. La que representa Messi, que culminó una nueva demostración de honradez y arte con un golazo en el que burló a cuatro rivales, sentó a dos más y tiró por el suelo a Nauzet.

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El Barça solucionó los dos problemas que tenía, uno antes que otro. La red de pases que suele tejer el equipo para extender su dominio volvió a ser tupida. Bastó con la influyente presencia de Iniesta para que Osasuna sufriera un asedio como el Borussia en la Champions. También lo quiso así el cuadro navarro, que renunció a la pelota y el índice de posesión azulgrana fue del 80%.

MALA PUNTERÍA

Necesitado de puntos para huir de la cola, el equipo de Caparrós se conformaba con uno y quiso protegerlo a toda costa. Se atrincheró atrás y solo se dedicó a defenderse. El 0-0 del descanso dio por buena su estrategia, aunque eso camufló la mala puntería azulgrana: el otro contratiempo que debía resolverse.

Messi y Suárez consiguieron numerosas oportunidades de gol, pero las desperdiciaron todas. No parecieron incomodarse por tratarse de la fase inicial y porque tenían una pelota franca con frecuencia. Las prisas aparecerían en el segundo tiempo, cuando el reloj corría más veloz y León dio un susto poco después igualando el tiro al poste de  Suárez.

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El Barça se despojó de la prudencia con que tanteó a su rival, teñida de lentitud por los toques de más que daba André Gomes, el otro interior, y que sustituyó a Rakitic en un relevo que insinúa el cambio de preferencias de Luis Enrique. Umtiti relevó a Mascherano para engrasar la cadena de pases. No era necesario un central agresivo como el argentino ante la simbólica presencia de Sergio León, que se dedicó más a obstaculizarles en el inicio del juego, cuando contaban con la aportación añadida de Busquets. Sergi Roberto y Alba ensancharon el campo, aunque apenas llegaron a la línea de fondo

UNA CÓMODA VISITA

El Barça disfrutó de una cómoda visita, a diferencia de otras ocasiones; en ello tuvo que ver también la decrepitud de este Osasuna, acomplejado como nunca. Recién ascendido, ya otea el descenso inmediato, sin haber ganado todavía en casa. Por momentos, el equipo jugaba con dos defensas (Piqué y Umtiti), los tres centrocampistas y cinco delanteros, con los laterales convertidos en extremos.

En medio de aquella multitud, Suárez fue capaz de marcar a puerta vacía. La jugada salió de la cabeza de Messi, que había habilitado a Alba con un pase a la espalda de los defensas. No por conocida saben los rivales descifrarla. Denis la copió. Y para que quedara constancia, si era necesario, de que el cerebro de Messi es imprevisible, dejó el sello de otra obra de arte.

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