El Barça mima a Neymar

Luis Enrique y la plantilla arropan al delantero brasileño, que vive sus peores días en el Barça tras perder la chispa

Neymar junto a Sanabria en la jugada previa al segundo penalti que pitó el árbitro para el Barça.

Neymar junto a Sanabria en la jugada previa al segundo penalti que pitó el árbitro para el Barça. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Acabó el partido con el Sporting y Luis Suárez caminaba al encuentro del árbitro Clos Gómez para recoger su segundo balón consecutivo que debía llevarse a casa. Cuatro goles en Riazor y otros cuatro en el Camp Nou al equipo asturiano valían ese último paseo del delantero uruguayo. Acabó el partido y Neymar dobló la cinturaNeymar. No, no es una metáfora. Fue tal cual. Terminada la goleada al Sporting, el delantero brasileño se agachó apoyando sus manos en las rodillas. Era una imagen inédita del joven brasileño que vino para ayudar a que Messi siguiera siendo el número uno y al que ahora, cuando él vive sus peores días provocando con su gris e ineficaz fútbol murmullos y silbidos del Camp Nou, es Messi quien tiene que salir, precisamente, a su rescate. Pero tanto Luis Enrique como sus compañeros no paran de mimarle.

DE PENALTI EN PENALTI

Quedó agachado más de medio minuto dando la sensación de que en esa imagen, que iba más allá del cansancio físico, Neymar le estaba preguntando a Neymar que ha sido de él. Sensible como anda el Camp Nou tras esa primavera trágica en la que el Barça ha caído eliminado de la Champions, el delantero brasileño es ya un caso abierto. Tras un excelente inicio de temporada, sostuvo al equipo cuando no estaba Messi por lesión, Neymar se ha apagado.

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El sábado, sin ir más lejos, a cada regate que intentaba y no le salía bien, Luis Enrique lo estimulaba desde la banda, consciente de la necesidad de recuperar la mejor versión de un delantero que se ha desplomado en pocas semanas. Marca poco. Y de penalti en penalti, confundido como anda con la puntería, sin tomar la decisión adecuada. Algo que resulta extraño en Neymar, cuyo desparpajo y contundencia (39 goles firmó el curso pasado en 51 partidos), fue vital para lograr el triplete. Anda mustio Ney. En un mes, ocho partidos, y sin perderse ni un minuto, logrando solo tres tantos: dos de penalti (Villarreal, 20 de marzo, Sporting) y el que logró en Riazor, el octavo de una fácil goleada.

244 GOLES DEL TRIDENTE

Pero los síntomas que iba emitiendo Neymar con su fútbol burocrático se sintetizaron ante el Sporting. Ni se había llegado al descanso cuando perdió un balón y, de pronto, el Camp Nou lanzó su primera queja. Ya ante el Valencia se había escuchado ese murmullo tan característico del público azulgrana cuando ve algo en su casa que no le gusta. No se había alcanzado aún la hora de partido (m. 53), otro error del brasileño desató más silbidos, mientras que un par de minutos más tarde (m. 55), el Camp Nou se puso de acuerdo, una vez más, para corear el nombre de Messi, el genio que desbloqueó al Barça.

Mientras el tridente, que suma ya 244 goles en un par de años de convivencia ya da por superado el virus primaveral que le echó de Europa y ha «dilapidado», la palabra escogida por Luis Enrique, la cómoda ventaja en la Liga,Luis Enrique alcanza velocidad de crucero. Vuelve el Messi líder y el Suárez letal en el remate, pero no hay noticias de Neymar. Por mucho que lo intente («otro jugador especularía; Ney, no, Ney siempre está», le defiende Luis Enrique), no es Neymar.

PROBLEMAS EXTRADEPORTIVOS

Ha bajado el brasileño su producción ofensiva, enredado además en los vericuetos judiciales todavía no aclarados de un fichaje realizado hace casi tres años. Y sin resolverse, además, la renovación por el Barça, mientras continúa siendo pretendido por los grandes de Europa. Al menos, ya sabe que no irá a la Copa América este verano porque el Barça solo le ha permitido disputar los JJOO de Río.

"Se le debe dar confianza a un jugador que nos ha dado muchísimo" (Piqué) 

«Neymar es un jugador top con muchísima personalidad. Le pueden salir mejor o peor las cosas, pero él sigue encarando» ,recalcó el técnico azulgrana, quien optó por elegir la vía más positiva para difuminar un sábado negro del brasileño. «Yo me quedo con que la mayoría del Camp Nou le aplaudió», subrayó Luis Enrique. Tiene razón el entrenador, aunque él es el primero en detectar que no es el mismo Neymar que le ganaba partido y resolvía problemas cuando el equipo se atascaba. Ahora el equipo  oculta los problemas del 11.

    «Se le debe dar confianza a un jugador que nos ha dado muchísimo», sentenció Piqué uniéndose así a esa corriente de mimos que salen del vestuario para intentar recuperar a ese Neymar que se ha extraviado en los últimos meses. Cuando llegó el tercer y último penalti, Suárez miró a Messi. Podía haber engordado el nueve su cuenta para el Pichichi o elegir el diez reencontrarse con buenas sensaciones desde los 11 metros. Pero Leo entendió que era para Neymar. Marcó, pero llorando.