La nueva estrella azulgrana

De Maracaná al Camp Nou

MARCOS LÓPEZ

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Con las lágrimas recorriendo todavía el corazón del Camp Nou por el adiós de Abidal, y con confeti aún de la fiesta de los 100 puntos, el Barça abre esta tarde las puertas de su templo. No hay ningún partido de fútbol. La temporada, la primera pos-Guardiola, concluyó el sábado con una Liga perfecta, de inicio a fin fue líder, permitiendo a Tito Vilanova levantar en su convulso estreno (estuvo más de dos meses en Nueva York tratándose del cáncer) una hermosa obra. Y sin tiempo para recrearse en ese soberbio éxito liguero, que ha provocado, además, la marcha de Mourinho del Madrid, ni tampoco para lamentar más el 7-0 global europeo del Bayern Múnich, aparece hoy Neymar. Viene directo de Maracaná, del nuevo Maracaná, al Camp Nou, su nuevo hogar.

Nada más acabar el partido en ese monumental y fastuoso estadio de Río de Janeiro, y con permiso de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), el delantero, de 21 años, se subió a un lujoso avión privado para llegar a Barcelona y exprimir una densa agenda de menos de un día.

LA PRIMERA FOTO / Apenas 48 horas después de que el Barça echara el cierre a la temporada, se verá la primera foto de Neymar con la camiseta azulgrana y se sabrá, al fin, tras varios días de especulaciones, el coste total de la operación con el Santos, el dueño del 55% del delantero. Hasta ahora, nada se sabe. Pero la directiva ha hecho saber que hoy es el día para explicar qué vale Neymar. Mientras se debate sobre si Valdés continúa de verdad o no, si viene el central que pide Tito y si Villa, al final, se marcha a Inglaterra -pendientes además del futuro inmediato de la cantera, con Thiago y Tello como grandes focos de preocupación- llega Neymar y todo lo tapa.

Pero no aparece como Ronaldinho, en aquel 2003, dispuesto a rescatar un club, el Barça, que vivía en la penumbra, deprimido tras cinco duros e inacabables años de gasparismo. Neymar viene para intentar prolongar todavía más el ciclo del Barça de Messi (cuatro Ligas en cinco años, dos Champions, dos Mundiales de clubs, 15 títulos...) y, sobre todo, no alterar el ecosistema del grupo.

Es el primer fichaje de una nueva era. En los dos primeros años de su mandato, Rosell no fichó a una estrella de dimensión mundial como el brasileño, aunque haya invertido 108 millones de euros en repatriar a Cesc y contratar, además, a Alexis, Song y Jordi Alba. Con Neymar, todo es distinto. En época de Laporta sería, por ejemplo, la estrella que haría girar el círculo virtuoso, tarea que desempeñó con éxito Ronaldinho.

Ahora es el delantero que debe cohabitar con Messi, demasiado solo en los dos últimos años. Por eso, Roselltrabajó primero en silencio y, después, bajó la presión de unas negociaciones retransmitidas en directo a través de Twitter.

EL PAPEL DE ALVES / A finales del 2010, recién llegado al palco del Camp Nou como presidente, ya se puso a negociar, entonces con el visto bueno de Guardiola, por Neymar, a pesar de que el Madrid lo llegó a tener en sus manos. El Barça ganaba la Champions en el nuevo Wembley y Rosell no dejaba de mirar a Brasil para asegurarse un fichaje realmente estratégico, tanto en términos deportivos («es el único jugador importante que no está en un grande de Europa; cuando otros iban, nosotros ya volvíamos», subrayó Tito hace unos días) como económicos. La alianza con Nike, patrocinador personal del jugador y, al mismo tiempo, del Barça, también ayudó.

En el camino, tras perder el Santos de Neymar el Mundial de clubs en Japón con el Barça (diciembre del 2011), tuvo que dulcificar su imagen rebelde -ya no lleva el pelo a lo mohicano- asesorado, en todo momento, por Alves, que tuvo un papel protagonista. No solo para tutelar a Neymar sino para tender puentes de diálogo con Messi -el defensa se lleva muy bien con ambos jugadores- y con el propio Barça. A la espera de lo que diga Rosell, el chico que viene de Maracaná al Camp Nou podría costar, todo incluido, 65 millones de euros.

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