Publicada en El Periódico el día 4 de mayo

Las claves del partido 'Mou' ya tiene la respuesta

Hubo quien dijo que estaba en juego la hegemonía del fútbol. Pues bien, ganó el Barça.

El Barça jugó el partido perfecto, solo le faltó ganar, pero no lo necesitaba

Messi disputa un balón con Lass Diarra (en el suelo) y Carvalho.

Messi disputa un balón con Lass Diarra (en el suelo) y Carvalho.

JOHAN CRUYFF

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El Real Madrid, que tome nota Mourinho, estableció anoche, en el Camp Nou, el récord de faltas cometidas por un equipo en la presente Champions: 31. Ese dato responde a todos los porqués que el técnico portugués planteó, como excusa, como protesta, cuando perdió por 0-2 en la ida. Anoche también mereció quedarse con diez (Lass) o nueve (Adebayor) y, sin embargo, acabó con once. ¿Por qué?, como diría el entrenador del Madrid, porque, cuando tú regalas el balón, cuando se lo regalas a un equipo que toca, toca y toca, te ves obligado a perseguirlo y llegas tarde, y te cansas, acabas cometiendo falta. Mientras sigan jugando así, el riesgo de que te expulsen uno o dos jugadores es enorme. Y eso Mourinho lo sabe.

Llegar a la final de la Champions, poco antes de que puedas culminar la conquista de la Liga, tras una temporada que arranca con la complicación de venir de un Mundial, de enorme desgaste para los barcelonistas, es un mérito increíble por parte del Barcelona y significa la culminación de un proyecto, de una idea de jugar, siempre ofensiva, siempre queriendo dominar y mandando, siempre tratando de agradar a los espectadores, no solo a los tuyos. El Barça, Pep Guardiola, Messi, Xavi, Iniesta y todos sus compañeros sabían que, al margen de la Copa del Rey, se jugaban la Liga, la posibilidad de acceder a la final de la Champions y la hegemonía del fútbol mundial. Cuando acabó la Copa, escribí que las espadas estaban en alto y que esta eliminatoria europea iba a decidir quién es el mejor. Y lo es, con mucho y por mucho, el Barça. Es verdad, Mourinho puede hablar, hablar y hablar, quejarse e, incluso, decir que, faltando 20 minutos para el final del partido de ida, pensaba sacar a Kaká y ganar por 3-0. Mourinho puede decir lo que quiera, pero el mundo entero ha visto que, en esos 180 minutos, el Madrid nunca, nunca, ha estado cerca de eliminar al Barça.

El Real Madrid ganó la única competición que podía ganar. Y lo hizo en el tiempo extra. Y lo hizo ante un Barça que pudo resolver mucho antes la Copa del Rey a su favor. Luego, en los otros tres enfrentamientos, el Barça fue dueño y señor y, en efecto, reforzó su hegemonía en el fútbol mundial demostrando que, solo cambiando de estilo, solo jugando para mandar, el Real Madrid puede aspirar, algún día, a alcanzar al conjunto azulgrana que, hoy por hoy, es muy superior al conjunto de José Mourinho, cuyas preguntas tuvieron ayer justa respuesta al ser eliminados de la Champions.

Afrontar el partido de anoche sin tener en cuenta que formaba parte de una eliminatoria, hacerlo olvidando que has cobrado ventaja en la ida, y grande, con un contundente 0-2, sería de tontos, de bobos. El Barça hizo un partido casi perfecto. El casi lo define el hecho de que no has ganado, cierto, pero tampoco lo necesitabas. Mejor aún, no ganas porque, de nuevo, Casillas estuvo prodigioso en los momentos en que el Barça pudo decidir el encuentro. El Barça, que jugaba en casa y con ventaja, hizo un planteamiento perfecto, llevó siempre el ritmo del partido y supo qué hacer en cada momento. No tenía sentido, insisto, salir a jugar al ataque de forma desesperada. Ni sentido ni lo necesitaba el Barça porque cualquier eliminatoria está formada por dos partidos y 180 minutos. Y, en todos dominó el Barça.