la tribuna

Miles Davis en el Camp Nou

El Barça de Guardiola es en el fútbol moderno lo mismo que el 'Kind of Blue' en el mundo del jazz

Carles Puyol muestra la 'manita', el pasado lunes en el Camp Nou.

Carles Puyol muestra la 'manita', el pasado lunes en el Camp Nou.

TONI Mollà

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A las 9 de la noche, cuando el árbitro señala el inicio del Barça-Real Madrid, yo embarco en el avión París-Valencia: una hora y tres cuartos de vuelo, la duración exacta del partido contando el descanso. ¡Ni mi peor enemigo podía haberme condenado a una pena similar! Sin ninguna posibilidad de conexión televisiva o radiofónica, la ansiedad me revuelve las entrañas.

En esta situación, la única salvación es la música sin conexiones eléctricas, ahora disponible gracias a Dios y al iPod. Pienso que el poder hipnótico del Kind of Blue de Miles Davis me hará pasable esta eternidad de silencio y preocupaciones. Resignado, intento concentrarme en las notas de So What, la primera pieza del álbum más legendario del jazz. La banda -con Bill Evans, Cannonball Adderley, John Coltrane, Paul Chambers y James Cobb- suena como un equipo compacto en el que cada uno de los músicos crea la belleza dentro del conjunto. La competencia de los saxos de Coltrane y Cannonball Adderley me eleva poco a poco hacia las cimas de la armonía, aún en territorio francés. Freddie FreeLoader y Blue in Green consiguen, por unos instantes, ocupar vagamente mi atención, aunque sin minimizar del todo la preocupación por la marcha del partido en Barcelona.

Tras una pausa de un cuarto de hora para comer, me vuelvo a zambullir con All Blues, que me acompaña ya sobre territorio catalán, dirección a Valencia, en el sur, en donde mis amigos del Café del Infierno de Massalfassar disfrutan de la cena cocinada por Oriol para el clásico.

FINALMENTE, apenas aterrizados en Manises, corro a encender el móvil. Mi hija, que ha seguido el partido en tierras francesas con estudiantes de media Europa, me envía un SMS mágico: «5-0, que n'aprenguin». Éxtasis. A continuación, mensajes y más mensajes de los fieles amigos que sabían de mi encarcelamiento en el cielo mientras en la tierra nos la jugamos contra el equipo de ACS y Caja Madrid.

Durante el trayecto en coche, la voz emocionada y el tono épico del maestro Puyal me funden sin remedio. Llego a casa y, sin quitarme ni el abrigo, me instalo frente al televisor con una cálida copa del burdeos comprado en el aeropuerto. En mi cabeza, sin embargo, suenan las notas del Kind of Blue persistentes como el juego de toque en corto de los futbolistas del Barça, tercos en una propuesta más allá de toda táctica preconcebida. Y me doy cuenta que el Kind of Blue es la mejor banda sonora de este gran equipo, tan legendario como el que reunió Davis en dos míticas sesiones de grabación en la primavera de 1959 en Nueva York.

Deslumbrado, sigo viendo caer goles apurando el burdeos que me acompaña ya de madrugada. El paralelismo es evidente: el Barça de Pep Guardiola es en fútbol lo mismo que el Kind of Blue de Miles Davis en el jazz. Antes de aquel disco, Davis ya había tocado con Billy Eckstine y Charlie Parker. Y Pep Guardiola lo había hecho en el dream team de Johan Cruyff y Carles Reixach que sentó las bases del fútbol moderno.

PERO Guardiola, exigente hasta la obsesión, cambió el modelo heredado como Miles Davis desquició el

jazz de Nueva Orleans. En el camino de la excelencia, Davis y Guardiola han encontrado un sonido ecléctico y personal que remite a la memoria de los maestros, pero que los supera en versatilidad y atrevimiento. Dicen que el día de la grabación Miles Davis dio muy pocas orientaciones a los músicos reunidos en el 30th Street Studio de la Columbia Records. Solo las precisas para recrear la belleza de la espontaneidad dentro del proyecto colectivo.

El éxito estaba en una estructura de grupo que les permitía la máxima libertad de improvisación y creatividad. Igual Guardiola, reencarnado en Sergio Busquets para jugar con Xavi e Iniesta, los dos saxofonistas de la banda. Miles dirigió un equipo en busca de nuevas formas expresivas. Guardiola ha llegado a la misma conclusión artística: la naturalidad expresiva es su proyecto. Sin darme cuenta, el partido se acaba mientras en mis sienes laten las notas de Flamenco Sketches, una pieza de amor triste que es también de agradecimiento infinito.