Método Luis Enrique

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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El método no es subirse al andamio. Que no hay en la ciudad deportiva porque tampoco es necesario ya que las gradas del campo número 1 permiten observar a la distancia adecuada los intensos entrenamientos del Barça de Luis Enrique. Tampoco es el método ir pegando gritos populistas en las salas de prensa o poner a correr a futbolistas por la montaña tal si fueran maratonianos. El método Luis Enrique es rescatar, potenciar y, sobre todo, evolucionar una idea futbolística que se perdió con el paso del tiempo, especialmente en los dos últimos años.

Josep Maria Bartomeu, el presidente, ha abierto la caja (158 millones de euros invertidos en fichajes) para darle la plantilla más cara en la búsqueda de la reconstrucción que pilota Luis Enrique. Se perdió la idea por diversas circunstancias: Tito, desgraciadamente, no pudo seguir con su obra derrotado por su enfermedad y Martino, por mucho que lo defiendan ahora los jugadores («no es culpa de Tata, ¡coño! Es culpa nuestra», gritó ayer Alves), no entendió la idea ni, por supuesto, tampoco la supo ejecutar. Aterrizó el ahora nuevo seleccionador argentino en «paracaídas», como él mismo confesó, y al darse cuenta de dónde había llegado quería irse del Camp Nou cuando no llevaba ni medio año.

UN 'NUEVE' Y 2 CENTRALES / Con Luis Enrique, en cambio, no hay dudas sobre el liderazgo. A Tata lo trajo Rosell sin pedir opinión previa a Zubizarreta, el director deportivo. Cuando se fue Rosell en enero, de forma precipitada tras el caso Neymar, corriendo y sin dar muchas explicaciones, a Tata le habría encantado seguirle. A Luis Enrique, sin embargo, lo trae Zubi con la complicidad de Bartomeu. convencidos ambos de que será capaz de regenerar a una plantilla que se había consumido en los dos últimos años. La magnitud y profundida de la revolución (ocho fichajes se realizaron, nueve si se incluye al ahora cedido Deulofeu al Sevilla) evoca a los pioneros tiempos de Cruyff en 1988. O sea, tiempos de cambio total en el Camp Nou.

«Un entrenador es un líder», proclamó Luis Enrique en su primer día en el Barça. «No creo que necesiten mucha mano dura, necesitan ir de la mano, ser muy exigentes con el trabajo», recalcó después como primer mandamiento de su método antes de lanzar su desafio. «Las oportunidades quiero que se las ganen jugando. Les invito a todos a que se desvivan por jugar en el Barça. Quiero una competencia feroz», añadió después en una idea que ha repetido a lo largo del verano. No mira los nombres sino el rendimiento. Ni más, ni menos. Y el club, con la inversión más alta de la historia, le ha dado una plantilla que colma casi todos sus deseos. Todos, no. Casi, sí.

Para empezar, el Barça ha fichado un nueve, algo que no sucedía desde Ibrahimovic. Un nueve, Luis Suárez, al que toca encajar en la sociedad Messi-Neymar que no se vio hace un año, y dos centrales expertos, capaces de garantizar rendimiento inmediato. Criticado uno por su precio (Mathieu, que cumplirá 31 años en octubre, costó 20 millones cuando en el 2013 valía ocho) y criticado el otro por su precario estado físico: Vermaelen cumplirá 29 en noviembre, ha llegado lesionado del Mundial y no ha completado aún ni un entrenamiento con el grupo.

AUTOCRÍTICA COLECTIVA / Han preferido el Barça y Luis Enrique invertir en dos centrales (35 millones) que en uno solo como el París Saint Germain por David Luiz (50) o el Manchester City por Mangala (también 50). Pero el verdadero fichaje sería recuperar a Piqué. Al mejor Piqué, a ese que como él mismo ha confesado ya no es. «Ya no soy el mejor central del mundo, espero poder serlo con Luis Enrique», comentó el defensa sumido como todos este verano en una larga autocrítica colectiva.

Xavi quiso irse, pero se lo pensó mejor. Y se quedó. Luis Enrique le convenció para tutelar el gran cambio, tanto desde el campo como desde fuera. Iniesta, elegido ahora como segundo capitán, deposita una «fe total» en el técnico. «Me quedo. Luis me ha dicho que cuenta conmigo. Y yo cuento con él», dijo Alves, dolido con la junta porque el club quiso venderlo pero no halló comprador. «Es el fichaje más importante del año», proclamó Bartomeu a los peñistas del entrenador. Y Luis Enrique tiene un Everest por delante.