Un 'crack' inalcanzable

Messi no para nunca

La estrella, que jugó todo el partido, marcó y superó los 47 goles de la temporada pasada

Messi supera a Pyatov en una acción de gol ante Ischenko y Kobin.

Messi supera a Pyatov en una acción de gol ante Ischenko y Kobin.

MARCOS LÓPEZ
DONETSK ENVIADO ESPECIAL

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Mientras Messi es feliz en el campo la afición azulgrana no para de morderse las uñas y tirarse de los pelos. Es comprensible. Atisba lo que se avecina, cuatro clásicos en menos de un mes, final de Copa incluida, y constata partido tras partido que Leo no se pierde ni un minuto, como anoche en Donetsk, cuando todo estaba más que resuelto. ¿Descansar? ¿Qué es eso míster?, le debe decir a Guardiola cada vez que le propone salir del césped. Así es Leo, para desesperación de los culés y del entrenador, quien tiene perdida esta batalla con la estrella argentina.

Quizá sea este el precio de contar con el mejor jugador del mundo y puede, cuando acabe sus días como futbolistas, de todos los tiempos. En ello anda, batiendo récords y superando registros estratosféricos que parecían inalcanzables. Anoche se zampó otro: con el gol ante el Shakhtar ya es el mayor goleador azulgrana en una temporada de toda la historia del Barça. La temporada pasada igualó los 47 tantos de Ronaldo (ya retirado), esta suma ya 48 (29 en la Liga, 9 en la Champions, 7 en la Copa y 3 en la Supercopa de España). Y él, tan tranquilo, tan feliz, mientras los culés se desesperan y Guardiola reza en la banda para que nada malo le suceda ante lo que se aproxima.

Pendientes de la pizarra

Si alguien pensaba que Messi entraría en las rotaciones en la vuelta ante el equipo ucraniano, se equivocó de nuevo. Fue titular y apuró todos los minutos. Y eso que hasta en tres ocasiones los barcelonistas aguardaron con expectación el dorsal que mostraría la pizarra luminosa que exhibe el cuarto árbitro en cada cambio. La primera en el minuto 66, cuando Pedro entró por Xavi; la segunda, en el 70, cuando Milito relevó a Piqué (no puede ni resfriarse ante el panorama desolador de la defensa, sin Puyol ni Abidal).«Xavi y Gerard llevan mucha tralla y por eso les he cambiado», explicó luego Guardiola.

Y en la tercera ocasión en que el cartel luminoso volvió a asomar por la banda, tampoco hubo fortuna para los culés. Era el minuto 75 y Jeffren entró por Villa. Mientras, Leo ya tramaba otra jugada de ataque, ajeno al cansancio, a las rotaciones. La Pulga no sabe jugar a la carta ni reservarse para las grandes ocasiones. Para él, cada partido es una fiesta; el balón, su razón de ser. Por eso siempre anda por medio cuando la pelota está en juego y tuerce el gesto si el entrenador le sugiera ir a la ducha antes de tiempo.

Si Leo lo disputa todo, también Guardiola planta a su mejor once en cada partido.«Es el momento de que jueguen siempre los mejores», admitió ayer, consciente de la trascendencia que adquiere ahora cada partido de Liga y de Champions en este tramo final. Y si los mejores tienen que estar en el campo, el primero de ellos es Messi. Sin él, el Barça sigue siendo un grandioso equipo, capaz de ganar a cualquiera, pero con el argentino es un equipo de leyenda, casi casi imbatible. Messi asusta con su sola presencia. No hay nadie como él, por más comparaciones a las que aspiran algunos. Por eso los culés temen tanto perderlo.