Messi, la esperanza

La estrella argentina, que ha marcado siete de los 10 últimos goles del Barça, destaca por brillar en los clásicos

Neymar y Messi, antes de empezar la última sesión de entrenamiento del Barça antes del clásico.

Neymar y Messi, antes de empezar la última sesión de entrenamiento del Barça antes del clásico. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llegado a este momento del curso, el Madrid a seis puntos y el Barça encadenando tres empates en los cuatro últimos partidos con la flota de jóvenes fichajes del verano sin saberse aún la lección, toca mirarle a él. En realidad, se le lleva mirando más de 10 años.Y a pesar de que cada día que pasa le mira más gente, nunca ha fallado Leo Messi. Menos aún en un clásico, un partido que ha jugado millones de veces. No solo las que ha estado sobre el césped (32 encuentros, 21 goles, 13 asistencias, cifras todas ellas monstruosas) sino las que ha imaginado en su cabeza.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Sus cifras en los cl\u00e1sicos\u00a0","text":"son monstruosas: 32 partidos, 21 goles, 13 asistencias"}}

 Lo último que se ha visto del 10 azulgrana es abandonar abatido Anoeta, un estadio que le trae malos recuerdos. No jugó la Copa, apenas se entrenó jueves y viernes, cuchicheando siempre con Suárez, su amigo del alma, y Neymar, la joven estrella a la que da cobijo. Se ha cuidado Messi, además, de un golpe que recibió contra la Real Sociedad.

Suele decir Florentino Pérez que hay futbolistas nacidos para jugar en el Madrid (frase pomposa empleada para las presentaciones de Cristiano y Bale), pero también podría decirse que hay estrellas paridas para disputar un clásico. Llegó siendo un niño a su primero, con el 19 a la espalda y una descontrolada y rebelde melena reposando sobre su espalda, y levantó al Barça de Rijkaard con tres espectaculares goles, besándose el escudo como si fuera un enloquecido culé.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Sin Iniesta, Leo ha debido\u00a0","text":"ejercer de cerebro, asistente y, adem\u00e1s, goleador"}}

Messi, y pese al extraño momento del equipo (seis victorias, tres empates y una derrota en los 10 últimos partidos), anda pletórico. No sería de locos afirmar que en esa discontinua línea trazada por el Barcelona se hayan visto dos de los grandes partidos de Leo.

Y eso es mucho decir en un tipo que convierte lo genial (su exhibición en Sevilla unida, además, al prodigio de Glasgow) en algo tan rutinario que no da tiempo ni a detenerse para analizarlo. Incluso hasta en una mala noche (Anoeta) es capaz de ser rentable: un tiro a puerta, un gol y un punto para el Barça.

JUEGA DE TODO

Más allá de lo que pase con su futuro (acaba contrato el 30 de junio del 2018 con 31 años) y ajeno a todos los líos judiciales que arrastra desde hace meses, Messi se siente pletórico. En el campo, y aunque parezca casi ciencia ficción, ha hecho Leo cosas que no se le habían visto antes. Quizá porque ahora, y mientras sus socios del tridente persisten en la búsqueda de la puntería, se ha visto obligado a asumir todos los roles del juego.

Sea a través del pase –conecta con Neymar por muy lejos que estén en el campo–, o desde la inteligente lectura del partido –juega muchas veces casi en paralelo con Busquets como si fuera un centrocampista– o el remate: suma siete de los 10 últimos goles del Barça, sin contar el de Aleñá porque no jugó. Es la esperanza. Un equipo con Messi es más que un equipo.