Messi, la "esencia del fútbol"

Luis Enrique ensalza la infinita capacidad de la estrella para reinventarse cada año

Messi festeja la Supercopa de España en el Camp Nou.

Messi festeja la Supercopa de España en el Camp Nou. / periodico

MARCOS LÓPEZ

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Camino ya de los 30 años y hastiado por un complejo verano, tal vez el más duro de su carrera ya que se mezclaron las condenas judiciales y las frustraciones deportivas con ArgentinaLeo Messi podía haber tenido la traidora tentación de aburrirse de la pelota. Pero hizo un reset total, incluyendo un llamativo cambio de look, primero la barba pelirroja en la Copa América como anticipo de ese rubio platino que le hace ser irreconocible sobre el campo. Para alegría del fútbol y, sobre todo, del barcelonismo, Messi recuperó pronto la energía agotada tras encadenar tres finales perdidas con su selección y regresó, incluso antes de lo previsto, a la pradera del Camp Nou.

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Volvió Messi a su jardín como si nada hubiera pasado. Diríase incluso que es otro futbolista. ¿Mejor aún? Aunque parezca mentira, lo es. Y no solo por ese nuevo pelo. "Leo es la esencia del fútbol", proclamó feliz Luis Enrique, el técnico que lo disfruta, después de verle alzar en su casa la Supercopa de España, el primer trofeo que levanta como capitán.

29 años tiene Messi, 29 títulos ha conquistado Messi. Prácticamente un tercio de los que ha logrado el Barça en toda su historia. Con un matiz fundamental. El club ha necesitado más de un siglo de vida, mientras Leo apareció en el primer equipo en octubre del 2004 guiado por la paciente mano de Rijkaard.

JUGADOR TOTAL

Hay un antes y un después en la vida del Barça. Antes de Messi; después de Messi. Jugador "tan suficientemente inteligente", como recalcó Luis Enrique, que sabe encontrar siempre su lugar más adecuado. A veces, hasta parece invisible en el campo. Hubo un momento, en sus inicios entonces, en que se sostenía que no tenía suficiente gol. Con Guardiola, instalado en la posición de falso nueve, desmontó esas teorías con registros de goleador estratosférico.

Después, tras la delicada cohabitación con Tata Martino –no lo entendió en el Camp Nou ni tampoco en la selección argentina– se temió lo peor, unido además a su conflicto inicial con Luis Enrique. Pero a partir de Anoeta cambió todo.

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Superados esos inconvenientes, se ve feliz a Messi, con una infinita capacidad para reinventarse. "Si quisiera ser el mejor lateral derecho del  mundo, lo sería", advirtió Luis Enrique. De momento esa misión no entra en los planes de la estrella argentina, quien ofreció ante el Sevilla otro impresionante catálogo de su nuevo, o viejo, rol. En teoría, era extremo derecho. En la práctica, jugó de seis repartiendo 52 pases buenos de 57, tal si fuera Xavi, ejerció de ocho con el desequilibrio que aporta Iniesta y cabeceó disfrazado de nueve, de Suárez, en el 3-0. 90 minutos, un gol,  una asistencia, la de Arda (1-0), y por encima de cualquier dato proyectó una sensación indestructible de tiranía futbolística. Apareció incluso a la altura de Busquets (19 pases le dio este), prueba de que Leo gobierna en todos los rincones.