Messi, la mano de oro

La estrella realizará en enero su novena visita consecutiva a la gala del Balón de Oro

El futbolista azulgrana Leo Messi, durante un encuentro disputado en el Camp Nou

El futbolista azulgrana Leo Messi, durante un encuentro disputado en el Camp Nou / PERIÓDICO

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Si hay algo previsible en la vida de Leo Messi es la visita anual a Zúrich en enero. No puede decidir el día, eso ya sería demasiado, pero todo se andará. Desde hace nueve años no se concibe la gala del Balón de Oro sin su presencia. Gane o no. Nunca tuvo la descortesía de rechazar la invitación sabiendo que le tocaría conformarse -sería una satisfacción para cualquier futbolista, aunque no para él- con la plata. El bronce del primer año, el de su estreno, fue un simple preámbulo, un cortés saludo antes de instalarse en la eternidad.

Messi saluda ahora con la mano abierta, aunque con la vergüenza de siempre, sin haber perdido la timidez por muy familiar que le resulte el escenario. Una mano tatuada de oro. Cada dedo corresponde a una pelota. El quinto lo levantará el próximo 11 de enero.

Sería una descortesía hacerlo antes. Y mucho más hacerlo después. No es su estilo. A los 28 años, aún se sonrojará cuando le entreguen el trofeo, repetido como un cromo. Ruborizado, flojito, susurrante, dará las gracias a sus compañeros. Con la misma sencillez y esa cándida inocencia con que va apilando cadáveres sobre el césped sin almacenar enemigos. ¿Tiene alguno la criatura? 

Kaká, defendiendo al Milan, y Cristiano, despuntando en el Manchester United, le antecedieron en la edición del 2007, la primera vez que se asomó y cuando el trofeo era una concesión de France Football. La FIFA daba su World Player desde 1991 (Messi fue segundo en la clasificación, adelantando a Cristiano), y acabó fundiéndose con la revista para adquirir el prestigio y la tradición que no podía comprar.

Messi fue el primero en llevarse el modelo de la unificación. Fue el primero en sumar cuatro trofeos. Fue el primero en hacerlo de forma consecutiva. Será el primero en alinear cinco pelotas. No tiene problemas de espacio en su casa, aunque la sala de trofeos amasados ocupe ya toda una planta. Metalurgia Messi SL.

UN NOMBRE ÚNICO

De ser un nombre para recordar, sugería el imberbe Leo en su célebre anuncio hace diez años, ha pasado a ser un nombre inolvidable. Indispensable. Único. Insoslayable en la historia del fútbol. No solo por el talento que apuntaba de juvenil, sino por los títulos que intentan cuantificar la grandeza de su juego. Algo imposible. Lo infinito no acaba.

Otra vez aquel adolescente melenudo de piel entonces blanca, todavía por colorear, ha dejado al mundo boquiabierto. Aunque en algún rincón de Argentina mascullen que no ha dado una vuelta olímpica vestido de albiceleste. Compareció Messi entre la élite solo con el terciopelo de sus botas y continúa Messi entre la élite nueve años después, enjoyado con la pedrería del último triplete. Leo despertó entusiasmo con su arte –era un componente más que aportó a la generación de Ronaldinho con el doblete del 2006--  y ahora es el icono mundial del fútbol.

Más de 40 goles y cuatro títulos con su firma imprescindible (por orden cronológico: marcó el tanto del alirón en el Calderón, dos en la final de Copa, fue el máximo goleador de la Champions y apuntó otro doblete en la Supercopa de Europa) ahorran el argumentario para defender su candidatura. Impiden el debate. Lo más insólito, ante semejante hoja de servicios, es dudar de que el 2015 haya sido el mejor año de Messi.