500 noches con Messi

El astro llega hoy al medio millar de partidos oficiales con el Barça exhibiendo un palmarés único

Messi, en el último entrenamiento antes de recibir al Betis en la despedida del 2015.

Messi, en el último entrenamiento antes de recibir al Betis en la despedida del 2015. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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En Yokohama, recién liberado del estrés por haber podido disputar la final pese al cólico nefrítico, y disfrutando del título del Mundial de Clubs, no tenía la cabeza para trazarse nuevos retos. Le preguntaron aquel día por el aliciente de batir, en el partido frente al Betis, el récord de goles que posee el Real Madrid desde el año pasado. 178 goles marcó el anterior campeón mundial, en el 2014, con Cristiano, Benzema y Bale al frente.

«Intentaremos batirlo y si no, no pasa nada», contestó Messi hace casi diez días, con el pensamiento a miles de kilómetros y la mentalidad destinada a retos mayores que un simple registro estadísticos que solo sale en los libros de récords. El transcurso de los días ha aproximado a Leo al partido y al Betis. El reto sigue a la misma distancia: dos goles. El Barça, su Barça, suma 176 tantos. Necesita tres. «Es un dato que está ahí y que puede motivar, pero la gran motivación es la victoria», sugirió Luis Enrique.

UN EQUIPO BAUTIZADO

Once años y 75 días después de su debut oficial (el 16 de octubre del 2004), Messi cumple 500 partidos como azulgrana, Los primeros 500, podría decirse por cuanto apenas ha cumplido los 28 años. Xavi, Puyol, Iniesta, Migueli y Valdés han jugado más partidos que él. De momento.

El Barça al que ya ha bautizado con su nombre piensa a lo grande. Un lustro sin títulos llevaba el equipo cuando el melenudo Leo, a los 17, aparecía en el césped de Montjuïc para sustituir a Deco a ocho minutos del final del derbi ante el Espanyol. Nada menos que 26 trofeos –un tercio de los acumulados por el club en su historia– ha legado para el museo. También son los 26 primeros.

No será fácil meterle tres goles al Betis. Tal vez baste con que alguien le susurre a la oreja –¿Neymar? ¿Luis Suárez? ¿acaso Mascherano?– que estaría bien en desplumar al Madrid de su último récord para que se consuma la goleada que cierre el glorioso 2015 del quinteto.

Messi acostumbra a celebrar sus efemérides –y el medio millar de hoy lo es–, con goles y actuaciones para recordar. Así sucedió cuando estaba próximo a batir los sucesivos registros goleadores de Kubala, César, Alcántara, Zarra, Gerd Müller y Dixie Dean. Conquistada la historia del Barça, luego se hizo eterno en la del fútbol.  

UN MUNDO EMPEQUEÑECIDO

El mundo se le ha quedado pequeño al Extraterrestre, de cuya magnitud hablan ya mejor los números que las palabras, agotados los adjetivos, desgastados todos por el uso. Las cifras, en cambio, son infinitas.

El palmarés que reúne no es iniguable (Iniesta ha coleccionado los mismos títulos a su vera), pero la incidencia que ha tenido en la consecución de cada uno le convierte en el futbolista más decisorio jamás conocido, y le traslada al olimpo donde moran los verdaderos seres superiores. Ninguno se llama Florentino. Responden al nombre de Edson, Alfredo, Johan y Diego Armando. Los 424 goles marcados en 499 encuentros, un promedio de efectividad tan alto durante tanto tiempo, no lo ha conseguido ni dios.

Messi es único. Un vistazo al historial que ha reunido entre Ligas y Balones de Oro, entre Champions y Botas de Oro, da vértigo. Los trofeos están todos repetidos. Los argentinos echan de menos uno que les ataña más. El que le reclaman, como si estuviera en deuda con ellos. Todo se andará.