CRISIS INSTITUCIONAL
Más que murmullos (contra Bartomeu)
La contestación social por la gestión de Bartomeu y su comisión técnica empieza a medirse con la moción de censura de Benedito, que tiene 14 días para recoger 16.570 firmas
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch / Barcelona
Meses antes de las elecciones que acabó ganando de calle Josep Maria Bartomeu parecía un presidente a la pata coja. Se le daba por finiquitado. Tras una derrota en Anoeta (enero del 2015), el equipo se analizaba como deficitario, el técnico se tambaleaba y la estrella estaba de morros. Bartomeu despidió al secretario técnico, Andoni Zubizarreta, en lo que pareció un sacrificio caprichoso, el equipo remontó de forma repentina y Bartomeu superó a toda la oposición. Ahora, el club y el presidente parecen encontrarse en la situación de crisis de los días de Anoeta. La impericia veraniega amenaza con pasarle una factura impredecible.
La contestación social empieza a pasar del murmullo a algo más. Hubo un amago de estallido en el primer partido de Liga ante el Betis y se reforzó cuando la presentación de DembéléDembélé acumulaba retraso. Se oyeron ambos días gritos pidiendo la dimisión presidencial. Y Agustí Benedito se dispone ahora a medir el volumen real del desencanto.
El excandidato a la presidencia activó ayer la moción de censura que lleva meses anunciando. Acudió a las oficinas del Camp Nou para solicitar formalmente la puesta en marcha del proceso para derrocar a Bartomeu del palco azulgrana. Necesita el aval del 15% de la masa social del Barcelona, o sea, la firma de 16.570 socios, durante 14 días hábiles. Coincide este periodo con tres partidos en el Camp Nou: Barça-Espanyol (sábado 9), Barça-Juventus (martes 12) y Barça-Eibar (martes 19). No es una tarea fácil.
"Este verano se ha demostrado que la directiva no ha sabido crear una plantilla superior. Es urgente que dimitan. Hace muchas semanas que Bartomeu está fuera de control", declaró Benedito a su salida de la instalaciones del club.
Perfiles distintos
La comisión técnica lleva también muchas semanas en el disparadero por su falta de determinación en las contrataciones y la sensación de que se ha ido apuntando constantemente a jugadores de perfiles distintos a medida que se recibían portazos. No se pudo fichar a Bellerín, a Verratti, a Ceballos y finalmente tampoco a Coutinho, posiblemente el primer objetivo de todos y el más necesario antes de la fuga de Neymar. Ni con 150 millones sobre la mesa se doblegó al Liverpool.
Hasta última hora, en lo que dio la sensación de medida desesperada, el Barça intentó fichar a Ángel Di María, futbolista de 29 años, como Paulinho, y de rendimiento en declive. Al parecer llegó a ofertar 40 millones, con lo que encima se ayudaba al PSG a afrontar la investigación de la UEFA por vulnerar el fair- play financiero. Un fichaje, pues, con aroma a improvisación y para un puesto que no parece mal cubierto en la plantilla. Bartomeu, mal rodeado, queda en manos de nuevo del equipo.
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