LA JORNADA DE LIGA

Más oficio que brillo

JOAN DOMÈNECH / GRANADA

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Por mucho margen de error que quede en la Liga a juicio de Luis Enrique (13 partidos), el Barça ha agotado el cupo. Lo gastó frente al Málaga la semana pasada, No podía fallar en Granada y no ha fallado, sobre todo abriendo la jornada, y obligado por sus propias necesidades para seguir alimentando la llama en la Liga. Con más oficio que lustre se ha llevado los tres puntos. Nadie esperaba exhibiciones y no las ha habido, solo la ejecución de un trabajo ineludible.

Como el panorama no invitaba a la pompa, el triunfo se deglutió bien madurado y masticado, con mucho de sacrificio y de humildad, con grandes dosis de generosidad, sin margen para el lucimiento. Intervino Messi, como siempre, apareció Suárez, en su semana grande (tres goles en dos partidos) y con espacios para correr, pero el guion lo escribió Rakitic, un tipo tan apto para la alfombra del Camp Nou como para la campiña granadina. El croata intervino en los tres goles: anotó el primero, el más valioso, y cocinó dos.

La victoria contiene el valor de la respuesta del equipo a la exigencia liguera, árida y arisca, en medio de partidos más atractivos (el de manchester de la Champions y la próxima semifinal de Copa ante el Villarreal) y, también, ante las condiciones que se le presentaron, más allá de la modorra que genera el solecito de las cuatro de la tarde. El terreno de juego era una calamidad y condicionó sobre manera el juego de los azulgranas: el campo, irregular, alto y seco, ralentizó la pelota.

PASES DE QUIRÓFANO

No hubo pases precisos ni rápidos y la pelota llegaba a su pretendido destinatario floja y fláccida, con la suficiente lentitud como para que el defensa se atreviera a interceptarla. Los pases eran de quirófano: aquellos que dejan la bola medio dividida y en los que hay que arriesgar la pierna. Los delanteros del Barça vieron búfalos a su alrededor y no se jugaron la tibia. Sin el desahogo que pudieran prestar los tres, el Barça no podía estirarse salvo con balones lanzados a la espalda de la zaga del Granada. Tardó en hacerlo. Así llegaron los tres goles.

Solo acudió al rescate Messi, porque ha llegado un punto que ningún adversario se atreve a entrarle. Prima más el ridículo de quedar burlado que la gloria centesimal de anticiparse al astro. Estará más o menos bien, pero se ausenta poco. Estuvo presente con la decisiva influencia que ejerce en propios y extraños.

EL CANAL DE LA DERECHA

A partir de Leo, que además fue quien más se prestó a recibir la pelota, depositó el Barça las opciones de ganar. Alves Rakitic le secundaron, acaso por ser dos futbolistas que no necesitan una alfombra para desfilar. Por la derecha amenazó el Barça y llegando por la derecha transformó Rakitic el gol que disipaba el miedo a un fiasco como el de Anoeta o Getafe. O del Málaga, más fresco en la memoria.

Aunque la prioridad del Granada fue que se jugara poco, a costa de reducir sus posibilidades de puntuar, el equipo andaluz se acostó lamentando la desgracia con un par de tiros de Márquez, uno desviado por Bravo antes del descanso. El exespañolista aglutinó las expectativas con llegadas inesperadas a los balones aéreos que descolgaba Córdoba. Como no era centrocampista ni delantero, nadie se encargó de él. Abel le retiró y el Granada desapareció cuando Messi anotó el tercero y borró la alegría del penalti que buscó Lass ante la inocencia de Bartra, sustituto del sancionado Piqué. Le acompañó MathieuMascherano se adelantó a ejercer de mediocentro.

A TRAICIÓN POR LA ESPALDA

Messi recibió un regalo de Suárez, cuando lo habitual es que los caramelos se repartan al revés. El uruguayo creyó rememorar los partidos de Inglaterra, de poco toque y menos parsimonia, y con su instinto persiguió los globos que le tiraron para sorprender a los centrales. El Barça pegó por la espalda y los números dejarán constancia de que fue más duro que el Granada: le triplicó en tarjetas.

La vio incluso Neymar, que suele recibir más que dar, y cumplirá ciclo la próxima jornada. Una oportunidad para Pedro, que solo tiene recreo a ratos.