Manel Vich, el Frank Sinatra del fútbol

Al 'speaker' del Camp Nou le encantaba que Xavier Martin, dircom del Barça de Sandro Rosell, le apodase como 'La Voz' El Barça, que lo sabía enfermo, lo homenajeó en el video del nuevo Camp Nou

Manel Vich, en el Camp Nou, durante un Barça-Madrid.

Manel Vich, en el Camp Nou, durante un Barça-Madrid. / FERRAN NADEU

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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Ninguno de ustedes conoce a nadie que haya trabajado en una empresa durante casi 60 años sin contrato, sin cobrar, sin fallar un solo día (bueno, sí, cuatro: dos por dos operaciones cuando sufría cáncer de riñón, otro por la boda de su hija y la última, el día del Spórting, porque se estaba muriendo) y amando a la compañía más que sus dueños, más que sus presidentes y más que sus millonarios empleados. Mucho más. Lo que Manel Vich (Barcelona, 12 de marzo de 1938-29 de abril de 2016) sentía por el Barça era mucho más que cariño, devoción y predisposición al trabajo, al que sea. Era puro amor, pasión, sensibilidad, entrega, señorío.

Xavier Martin, el hombre que fue jefe de comunicación de Sandro Rosell, decidió un día apodarle Frank Sinatra "porque, en efecto, era La Voz, la voz del Barça" y, sobre todo, porque representaba todo lo que representa el 'mes que un club': caballerosidad, señorío, constancia, perseverancia, integración, esfuerzo, entrega, bondad y no fallar nunca. "A Manel le encantaba cuando le saludaba con un sonriente ¿qué tal Frank Sinatra? Y él, que tenía la sonrisa por castigo, permanente, siempre me devolvía el piropo con una leve carcajada".

Vich vivía de sus negocios y, en efecto, nunca sintió su colaboración con el Barça como un trabajo, ni siquiera una obligación pese a que su agenda personal y, por supuesto, la familiar dependía de las peticiones del Barça. Porque Vich no solo era La Voz del Estadi, sino el presentador de cualquier acto en el que el Barça le necesitase como eran, por ejemplo, todas las entregas de medallas a los socios. Vich, que adoraba a Laszy Kubala, siempre contaba al que le quería oir que "este es un club muy complicado, muy difícil, pero maravilloso donde todo se consigue con mucha paciencia, unos no la tienen y otros, tal vez, no tengan tiempo".

Un flechazo de 60 años

Lo de Vich, como todas las grandes historias, como todos los amores, empezaron de casualidad. Un día de 1956, el último año en el estadio de Les Corts ("ya ves, fue Kubala quien hizo que aquel campo entrañable se quedase pequeño y tuviésemos que construir el Camp Nou"), se le acercó Ricard Combas, jefe de personal del club, y le pidió que le ayudase haciendo de 'speaker' al homenaje que el Barça le hacía al mítico César Rodríguez, y Vich empezó su tierna relación con su amado club relatando todos y cada uno de los regalos que iba recibiendo el Pelucas.

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Ya ven, estuvo a punto de cumplir 60 años al servicio del Barça. Durante ese tiempo, nuestro amado hombre protagonizó algunos hitos históricos como aquel 3 de septiembre de 1972 cuando, por vez primera en la historia, se habló en catalán por los altavoces del Camp Nou, cosa que estaba prohibida y, por tanto, jamás se había producido. Se trataba de un Barça-Deportivo y Vich no se cortó ni un pelo al decir por megafonía: "S'ha perdut un nen. Es troba a la porta principal de tribuna". El entonces ministro de Gobernación, Tomás Garicano Goñi, presente en el palco, se enfureció y ya no volvió a oirse el catalán hasta el 26 de agosto de 1975.

El club, que sabía lo enfermo que estaba Vich, tuvo, en sus últimas semanas, dos detalles hermosísimos con él. El día de su 78 cumpleaños (12 de marzo pasado), el Getafe visitaba el Camp Nou y Manel acudió al sobreático del Estadi como siempre. Allí, en el descanso, con ciertas artimañas, fueron a buscarlo algunos amigos, que lo trasladaron al palco donde recibió la sorpresa de una inmensa tarta de cumpleaños.

No suficiente con eso, el Barça quiso que La Voz estuviese presente en el vídeo de presentación del nuevo proyecto barcelonista. Al minuto y 35 segundos de arrancar el video en el que se explicaba la magna obra a la prensa, se oyó a Vich decir: "Bona nit a tothom i benvinguts al Nou Camp Nou". Enternecedor homenaje.

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Aquel gol de Ronaldinho

Vich, que valía más por lo que callaba que por lo que contaba, era amigo de todos los presidentes, directivos, empleados y jugadores. Lo sabía todo porque irradiaba confianza. "Solo Dios sabe cuánto tiempo seguiré ayudando a mi amado Barça", solía decir. "Tenemos el orgullo de ser el único estadio del mundo donde se da la bienvenida al público. Ya saben 'bona tarda a tothom y benvinguts al estadi'Nadie lo hace". Y Vich lo hacía con profesionalidad exquisita. Incluso un día, después de pronunciar siempre el nombre de Cruyff como Cruyff, le preguntó al gran Johan cómo se pronunciaba "de verdad" y el Profeta del gol le dijo "Croiff". "Aquella noche lo dije así, Croiff, y recibí tal pitada en el estadio que pensé, no lo diré nunca más. Y volví al Cruyff mal dicho".

Vich, cuya casa en Sant Gervasi es un museo de entrañables recuerdos culés, todos dedicados a tan exquisita persona, nunca olvidó que el gran Ronaldinho le dedicó uno de sus goles desde el centro del campo, mirando al sobreático del estadi y haciendo ver que, en su mano derecha, tenía un micrófono. El de Vich. El de Frank Sinatra. En cualquier caso, el de La Voz culé. La discreción llevaba a su máxima expresión. Un señor, vamos

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