Luis Enrique, Guardiola y Sampaoli, el triunfo del fútbol ofensivo

Los tres técnicos han sido los elegidos para conquistar el Balón de Oro del banquillo en el 2015

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MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Ganó el buen gusto. Ganó el apasionado y, a veces, alocado amor por el ataque. Triunfó el balón más que el músculo. Y no se trata de algo pasajero. O de una simple moda que provocan los equipos ganadores. Ni mucho menos. Hace ya cinco años que un técnico defensivo no se encarama al primer lugar como mejor entrenador del mundo. Desde que Mourinho se sentara en ese trono en el 2010, tras derrotar al Barça de Guardiola en la semifinal de la Champions, el músculo ha desaparecido. El toque, la presión, el ataque voraz, pero ordenado, y la defensa como primer paso para vivir en el campo contrario son señas de identidad que conectan a Luis Enrique (el arquitecto del triplete), Guardiola (el amo de la Bundesliga) y Sampaoli, dueño del fútbol suramericano.

 

Son tres revolucionarios. Cada uno a su estilo. Pero con muchos más puntos en común de lo que ellos mismos creen. A Luis Enrique, que parece tan favorito como Messi, le tocó evolucionar la idea original de Cruyff, que se hizo método en la libreta de Van Gaal, mejorada por Rijkaard y sublimada por Guardiola. A este, precisamente, le han mirado con malos ojos en Múnich porque aún no ha ganado la Champions con el Bayern, pero ahora andan rendidos ante su cambio contracultural. Y Sampaoli, más bielsista que Bielsa, ha demostrado que esa manera de entender el fútbol no solo llega a los aficionados, orgullosos como están los chilenos de su selección, sino que también permite conquistar títulos como demostró alzando la última Copa América. Ni Brasil, ni Argentina, el fútbol en Suramérica ya pertenece a Chile.

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EL FINAL DE LA FURIA

Mientras el otro fútbol representado en Mourinho se va extinguiendo poco a poco –Simeone es, tal vez, el único representante fiable–, el juego de toque y vértigo ha impuesto su jerarquía. El balón, y de eso no hay duda alguna, se siente más querido. En el 2011 mandó Guardiola; en el 2012 fue Del Bosque, el símbolo de esa España que también cambió la furia por  el pase; en el 2013, y antes de jubilarse, Heynckes alcanzó el reconocimiento individual tras besar el triplete con el Bayern, y Löw, otro técnico alemán que adora este estilo, fue quien heredó el testigo en el 2014. 

Y así, diríase que de manera hasta silenciosa, tejiendo su dominio como si se fueran pasando la pelota por todos los rincones del mundo han ido aniquilando cualquier vestigio de fútbol defensivo. A Luis Enrique, después del fracasado intento de Martino (Rosell se empeñó en traerlo a él antes que al asturiano), ha dado otra nueva vida a una vieja idea, la que trajó Johan en 1988.

RETORNO A LA ESENCIA

Aunque, en realidad, ha sido un emotivo viaje a la esencia, con matices nuevos. La fuerza imparable del tridente Messi-Neymar-Suárez modifica cualquier panorama. Y Luis Enrique no solo ha sabido encajarlos dentro de una mirada colectiva sino que disfruta de una química nunca vista entre tres estrellas planetarias, símbolos de países enfrentados futbolísticamente  (Brasil con Argentina; Uruguay con Argentina). Curiosamente, el Barça de Luis Enrique se parece ahora más que nunca, con un estelar Busquets y un genial Iniesta, al Barça de Guardiola.Si mandan los centrocampistas, todo es más sencillo. En Barcelona, en Múnich o en Chile. En Alemania, por ejemplo, y justo en este momento en que Guardiola se ha hecho más suyo que nunca al Bayern, con extremos punzantes y profundos (el brasileño Douglas Costa, una de las sensaciones del fútbol europeo, y Conan, ese joven francés que despreció la Juve), debe decidir sobre su futuro.

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Aguarda el mundo la decisión de Pep. Y él goza en su tercer ¿y último? año en Baviera del equipo que más le representa. Como le pasa a Sampaoli, un argentino que debió emigrar a Chile para triunfar. «La U es el Barcelona de América», decían cuando dirigía a la Universidad de Chile. O sea, el Barça se reunirá en Zúrich.