Cambios + libreta de Unzué

El Barça sorteó un gris inicio con la intervención de Luis Enrique dando entrada a Rafinha y Arda

Luis Enrique da instrucciones a sus jugadores en el duelo con el Borussia.

Luis Enrique da instrucciones a sus jugadores en el duelo con el Borussia. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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BLOQUEO EN EL CÓRNER PARA UN LISTO PIQUÉ

El gol fue de Piqué. El centro del córner nació en la pierna derecha de Neymar. El bloqueo de Busquets estaba diseñado. Como el del propio autor del tanto decisivo. Pero todo se había gestado horas antes en la libreta de Juan Carlos Unzué, el ayudante de Luis Enrique. El dueño de las acciones a balón parado. Habían preparado un saque de esquina que salió a la perfección, contando, por supuesto, con la inestimable colaboración de Sommer, el meta suizo del Borussia, que fue actor invitado, y de forma inesperada, al gol del triunfo azulgrana. No fueron a buscar las dos torres el balón aéreo (ni Busquets ni Piqué) sino que se olvidaron de todo.

Su misión era generar un espacio para que Suárez, el nueve, pudiera disparar con toda la comodidad del mundo dentro del área alemana. Ese disparo no fue atrapado por Sommer. Y ahí andaba Piqué, un central con alma de delantero. No solo porque estaba donde viven los cazagoles sino porque se revolvió con furia y, al mismo tiempo, con precisión. Un par de toques y el Borussia derrotado. Entonces, Luis Enrique abrazó a Unzué.

EL PODER DE LOS CENTROCAMPISTAS

Hay partidos que se cambian desde el banquillo. Nada satisfecho estaba Luis Enrique con lo que había visto en la primera mitad. Entonces, tomó el bisturí y ordenó un par de sustituciones esenciales. No era hombre por hombre. Cambiaba, al mismo tiempo, la esencia del equipo como demostró con la entrada de Rafinha por Alcácer. O sea, un nueve volcado a la banda derecha, muy a su pesar, dejaba el sitio a un zurdo, que se orienta hacia dentro. Pero, en realidad, lo que ganaba el Barcelona era más control del partido.

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El valor de los centrocampistas aumentó con la aparición de Arda. Suplió el turco a Rakitic. No necesitaba el Barça despliegue físico sino más gobierno del balón y, sobre todo, desequilibrio para romper la cada vez más cerrada defensa alemana. En el primer gol, recuperó la pelota Rafinha y la remató Arda. Entre medio, una asistencia genial de Neymar. Pero los centrocampistas decidieron. 

ATAQUE ESPESO Y VUELTA A LA TRADICIÓN

Ausente Messi por lesión, Luis Enrique diseñó un ataque a la medida para Neymar. Era un traje. Pero el que se puso en la primera parte no le quedó nada bien. En la segunda, y a pesar de ser más irregular que de costumbre, el brasileño estuvo un poco más cómodo. Tampoco nada del otro mundo. Organizó Luis Enrique una delantera con dos nueves (Suárez y Paco Alcácer) dejando a Neymar como media punta arrancando desde la banda izquierda. El Barça llegó al área con peligro, pero sin puntería. Estaba tan impreciso como errático en el pase. Tomó malas decisiones, arrastrando, de paso, al ataque azulgrana. Ese 4-4-2 no le salió bien a Luis Enrique.

Luego, con la entrada de Rafinha por un desaparecido Alcácer, el Barça recuperó en la segunda mitad su dibujo tradicional (el 4-3-3), lo que dio fundamentalmente más estabilidad. Aunque Neymar dio el 1-1 con un gran pase a Arda y sacó luego el córner que originó 1-2, no estuvo lúcido. Se enredó lejos del área y no interpretó lo que reclamaba el partido, sobre todo en la primera mitad. En Gijón, Neymar aprobó el examen sin Messi. En Alemania, en cambio, no.