Ni lee, ni oye, ni ve

"Este 'circo' vuestro no me interesa. Las críticas me afectan cero. Si me afectaran, no podría entrenar", reconoce Luis Enrique

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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La tentación, no les voy a engañar, era titular ‘Luis Enrique pierde hasta al parchis’, pues el mister del Barça ha explicado hoy que la mejor manera de refugiarse, tras el desastre del Parque de los Príncipes, ha sido jugando al parchís con su mujer, Elena Cullell, “que, por cierto, me gana”.

Pero hubiese sido injusto, muy injusto, pues nadie ha ganado tanto como el entrenador asturiano (ocho títulos de los diez que ha tenido a su alcance) y, por tanto, puede que Lucho perdiese al parchís o puede, quien sabe, que se dejase ganar. Lo cierto es el técnico culé reconoció que “las críticas le dan totalmente igual, me afectan cero”, entre otras razones “porque, si me afectasen, no podría seguir siendo entrenador del Barça”.

IGNORANTE DE LAS CRÍTICAS

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Así como es posible, perfectamente posible, que Elena gane al parchís a su esposo (ese juego de las casillas y fichas de colores tiene sus trucos), lo que ya no parece tan creíble, aunque tratándose de Lucho, todo es posible, es que “afortunadamente la distancia entre vosotros (los medios de comunicación) y mi persona es lo suficientemente grande como para que el circo (se refería al nuestro, claro) no me afecte. Yo ni leo, ni oigo, ni veo y, por supuesto, soy incapaz de acercarme a metros de una televisión…..o radio”.

Ni que decir tiene que para Luis Enrique este mundo (¿el nuestro, el de los medios? ¿el del fútbol? ¿el del Barça? ¿el del banquillo azulgrana? ¿el ser entrenador?) es un mundo de “exageraciones”. Por eso se partió de risa (o casi) cuando le dijeron si había visto aquella portada con su cara y la palabra “¡señalado!” Nadie, absolutamente nadie, de los presentes en la sala de prensa de la Joan Gamper, se cree que Lucho ni lee, ni oye, ni ve. Nadie. Y, si es así, los habrá que lo hagan por él. Igual Elena Cullell.

BARTOMEU, EN LAS TELES

“Lo único que sé es que lo que ocurrió en Paris, que se mantiene, minuto a minuto, en mi cabeza, no es un regalo sorpresa, no es algo que haya caído del cielo. Merecieron ganar. Es más, pudieron conseguir un resultado mayor. Es fútbol, así es el deporte. Debemos analizarlo y mejorar nuestro rendimiento. Esa es la realidad”. ¿Lo entienden, no? Están en ello, pero podrían haberlo explicado antes. Bueno, no tienen ninguna necesidad.

Luis Enrique, que se negó a seguir hablando de la catástrofe parisina (“no voy a seguir agitando el coctel, que es lo que os interesa a vosotros”), sí reconoció que, en la Champions, es en la única competición donde están “tocados”, pero advirtió que está convencido (¡por fin!) que “tendremos nuestra oportunidad”.

Bueno, al menos uno que cree. Y es el jefe. Mañana oiremos ¡hurra! a Josep María Bartomeu, en vivo y en directo, en la tele del club y en las teles del mundo, decir, antes de empezar el Barça-Leganés e irse a China, que también cree.

Bueno, cinco días después del ridículo. No está mal.