Iniesta cuenta su vida

Era una necesidad y una ilusión. Y se puso manos a la obra. Eligió a los periodistas Marcos López (El Periódico) y Ramón Besa  (El Pais) y a lo largo de cuatro años, un sinfín de horas de confidencias y testimonios exclusivos con las personas que han marcado su vida y su carrera escribieron ‘La jugada de mi vida’. Una gran obra que este lunes estará en las librerías.

EL PERÍÓDICO publica un avance de la autobiografía del capitán del Barcelona, que sale a la venta el lunes 5 de septiembre

Iniesta aplaude al Camp Nou tras ser sustituido en el clásico contra el Madrid.

Iniesta aplaude al Camp Nou tras ser sustituido en el clásico contra el Madrid. / periodico

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Apenas tenía ocho años y ahí andaba Andrés, pequeño y enjuto, tan blanco y delicado que parecía no tener sangre ni huesos, como si fuera de algodón, pura fibra que se tensaba inexorablemente en cuanto asomaba la pelota. Algunos aseguran que siempre ha tenido cara de niño bueno, pero otros intuyen otros perfiles, gestos que van y vienen según la forma de tejer cada jugada....

"Tengo un primo muy pequeñajo que es buenísimo. En el pueblo juega juega de maravilla", contaba Manu a quien quisiera escucharlo. "Mi primo es bueno, muy bueno", sostenía una y otra vez. "Siempre destaca. Dímelo a mí, que he jugado de portero contra él. Hasta que no lo veas no te lo vas a creer", repetía. La perseverancia familiar acabó imponiéndose a las reservas de Pedro Camacho.

"Lo vimos 5 minutos en las pruebas y dijimos: ‘¡Saca al chiquillo de ahí’! ¡No hace falta más!" (Balo, primer entrenador)

Ya se sabe lo que ocurre con los críos: muchos padres creen ver en ciernes al mejor futbolista del mundo y Jose Antonio Iniesta, gran experto en la materia, no era precisamente una excepción. Una mañana cogió su Ford Orion azul y se presentó con su hijo en el campo, después de recorrer entusiasmado los 46 kilómetros que separan Fuentealbilla de Albacete (...)

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    "Vimos a Andrés en las pruebas y a los cinco minutos dijimos:  ‘¡Saca al chiquillo de ahí! ¡No hace falta nada más", recuerda Balo, uno de sus primeros entrenadores. "Igual no fueron ni cinco minutos, poco importa. Nos bastó con muy poco tiempo. Apenas estuvo en el campo, no había ninguna duda y aún teníamos que ver a muchos otros niños, debíamos aprovechar el tiempo observando a los demás. Entre las buenas referencias de su familia y lo que vimos nosotros era más que suficiente. Era una maravilla verlo con la pelota, tan chiquitajo como era... Parecía que el balón era más grande que él. Se ponía en el centro del campo y cogía el balón. No había forma de quitárselo, era imposible,  imposible, vamos, como ahora", cuenta Balo.

"El peor día de mi vida lo pasé en La Masia. Tuve una sensación de abandono y pérdida" (Iniesta)

"Sí, parece absurdo, pero es cierto, el peor día de mi vida lo he pasado en La Masia. Así lo sentí entonces, así lo siento ahora, con tanta intensidad como si no hubiera pasado el tiempo. Tuve una sensación de abandono, de pérdida, como si me hubiesen arrancado algo de dentro, en lo  más profundo de mí. Fue un momento durísimo. Yo quería estar allí, sabía que era lo mejor para mi futuro, por supuesto. Pero pasé un trago muy amargo, tuve que separarme de mi familia, no verlos todos los días, no sentirlos cerca... Es muy duro. Lo elegí yo, es verdad, pero se me hizo... Se me hizo" Todavía ahora interrumpe su relato con un largo silencio cuando evoca aquella primera noche lejos de su casa. Llegó finalmente a La Masia en septiembre de 1996 porque, tras varias semanas de dudas, sorprendió a su padre con una petición inesperada. "‘Papá, quiero ir. Llámalos por favor’" (...)

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"Creía que me iba a morir, me faltaba el aire en la habitación, era insufrible. Me dio un ataque de ansiedad", relata José Antonio Iniesta, instalado en el volcán de las emociones pasadas. "Llegué a hacer la maleta para volvernos al pueblo. No podía abandonar a mi chiquillo. Si no hubiera sido por su madre... Yo me lo habría llevado al pueblo, pero ella tenía más capacidad de sacrificio. Además, Mari siempre me decía: ‘Si se va y no triunfa, lo habré perdido seis o siete años. Si se va y triunfa, también lo habré perdido seis o siete años. O sea, yo siempre pierdo "(...)

"¡Mari, me lo llevo! Ahora mismo voy a La Masia, lo saco de allí y nos volvemos todos para casa... (...)"

"Tú, tranquilo, Andrés. ¡Haz lo que sabes! ¡Nada más!" (Serra Ferrer)

Serra Ferrer solía acercarse al campo tres para ver a los niños. No hizo falta hablarle de Andrés: todos conocían al "sabio" como lo llamaba Olivé. "No, yo no descubrí nada. Andrés era un genio. Un fenómeno de la naturaleza como jugador y como persona. Jamás tuve ninguna duda", cuenta el entrenador que abrió a Iniesta la puerta del primer equipo con apenas 16 años. "Llamé a La Masia y dije: ‘Avisad a Andrés de que mañana entrena con el primer equipo", recuerda Carles Naval, el delegado del Barça. "Creí que se trataba de una broma", reconoce Andrés.

    No se lo podía creer. Bajó caminando de La Masia a la barrera principal del estadio. Un par de minutos. Ni 300 metros. Llegó y se paró. No se atrevía a cruzar la barrera. Antonio Calderón, el guardia de seguridad, no conocía a aquel tímido adolescente, pero tuvo suerte. Entraba Luis Enrique con su coche y le dijo: "Anda, sube. Ya te bajo yo al vestuario". Otro capricho del destino. Luego hubo una primera charla con Serra Ferrer.

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"Quise que viniera por muchas razones, pero sobre todo para premiarlo por su comportamiento, por su liderazgo en el campo, por su actitud con los compañeros. Nunca tenía problemas con las notas ni con la asistencia al colegio. Andrés siempre estaba preparado para ir a clase. El autobús tenía que esperar a muchos, él siempre esperaba al autobús. Recuerdo que Guardiola se alegró muchísimo aquel día. También Rivaldo. Imaginate para un niño entrar en ese vestuario con tanto crack: ‘Tú, tranquilo, Andrés. ¡Haz lo que sabes! ¡Nada más! Tranquilo y disfruta del momento, ¿vale?" Luego, en el viejo campo de La Masia, asumió todo con una naturalidad increíble. Había que darle gas al balón, lo daba. Había que ir lento, pues iba lento. Nos sorprendió. Solo le faltaba dirigir al entrenador. Los jugadores miraban a Andrés, no me miraban a mí. Era un fenómeno con una sencillez enorme. Entendía el juego, se sabía de memoria la filosofía del Barcelona. No podíamos fallar. Sabíamos que con él no íbamos a fallar", recalca Serra Ferrer.

«Cuando Andrés tiró en Stamford Bridge, yo oí el sonido del balón» (Etoo)

Tic-tac, tic-tac, tic-tac, la pelota se toca, no se rifa, de punta a punta, todos a una, como en Fuenteovejuna. Y así, hasta que resuelve quien lleva el compás del grupo y del partido: en Londres es Xavi, por supuesto. El volante profundiza para la llegada de Alves, que progresa por la banda derecha, una zona relativamente limpia porque los futbolistas del Chelsea se amontonan en el área de Cech, intimidados por Piqué, que asume el papel que en tiempos de Cruyff cumplía Alexanco. La ortodoxia futbolística, incluso en el caso del Barça (siempre respetuoso con su propio estilo), permite trucos como colocar al central de delantero centro para potenciar el juego aéreo (...).

   A Etoo se le escapa el balón. "El problema es ese. El problema es que hago un control malo, muy malo... Fallo y se va la pelota hacia Leo. Más bien, diría que le cae el balón", cuenta el jugador camerunés. Al Barça se le acaba el tiempo y el reloj está a  punto de dar la clasificación al Chelsea. El partido está en el limbo. (...) 

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"Cuando Andrés tiró, yo oí el sonido del balón... Me puse a correr antes de que la pelota alcanzara la red, No me preguntes por qué, supongo que no me podía creer lo qué había sucedido", explica Etoo (...)

"El chut salió por donde podía salir. Empeine exterior derecho, de dentro hacia fuera, la pelota alejándose de Cech, un portero tan grande que ocupaba casi toda la portería. Bueno, fue el destino o como se le quiera llamar. Pero así fue. ¿Pensé en cómo darle? ¡Qué va! Ahí no hay tiempo para pensar si le doy con el empeine de la bota, con el interior, con el exterior... Si piensas, no haces nada. Actúas por instinto, por puro instinto", rememora Iniesta.

"Hubo momentos en que no veía la luz, fue algo terrorífico, insoportable" (Iniesta)

"Quiero comenzar por ahí. Por el año o, mejor dicho, por el periodo en qué peor lo he pasado. Cuando hablo de lo peor, no me refiero a jugar más o menos, a ganar más títulos o no, sino a que hubo momentos en los que no veía la luz. No encontraba el camino, momentos en que perdí la confianza en mí mismo. En Andrés. En Iniesta. Esa confianza que siempre había tenido, esa confianza que ha sido el motor de mi vida. Y fue algo terrorífico, insoportable. Es muy duro tener la sensación de no ser tú. Aterra. Al menos, a mí". (...)

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"Todo empieza después de haber vivido el que debería haber sido el verano más glorioso de mi carrera (...) De repente, uno empieza a encontrarse mal. No sabe por qué, pero un día está mal. Y al siguiente, también. Y así, día tras día, no mejoras. El problema es que no sabes lo que realmente está pasándote. Me hacen un montón de pruebas. Todas salen perfectas. Pero mi cuerpo y mi mente se desencuentran, se alejan. nada produce mayor congoja que no saber las cosas que te pasan. Y más si te encuentras mal. Quizá cuando alguien lea esto piense que es una tontería. Quizá otra gente se sienta identificado con lo que cuento. Lo único que sé es que es muy angustioso (...)"

"La bola se va haciendo cada vez más grande. Te encuentras mal y la gente que te rodea no lo entiende. Y el Andrés que todo el mundo conoce se está quedando vacío por dentro. Eso es duro, muy duro..." (...)

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"Recuerdo un día, aún en EEUU, en que los doctores me dieron un poco en la tecla. Creíamos haber encontrado el problema y nos pusimos a solucionarlo, pero, desgraciadamente, cuando ya íbamos a volver a casa tras la pretemporada, recibí un mensaje. Me pilla todo en el peor momento anímico posible. Comenzaba con la medicación y ya me estaba encontrando mejor. Y entonces, entonces... El último día viene Puyi y me dice: ‘Me ha llamado Iván y me ha dicho que Dani está muerto’. Lo único que pude decir yo fue: ‘¿Está confirmado? ¿Seguro?  No lo podía creer. Dani, mi amigo Dani, había muerto. La noticia me heló el corazón. Los siguientes días en Barcelona fueron terribles. A partir de ahí, empezó mi caída libre hacia un lugar desconocido. Vi el abismo. Y fue entonces cuando le dije al doctor: ‘No puedo más’.

"Todos vimos llorar a Andrés, llorar en silencio. Pero se convirtió en una roca" (Víctor Valdés)

"Mi primer contacto con Andrés acabó en un encontronazo (...) Nunca me comentó nada sobre el incidente de aquel primer día, pero estaba muy afectado. Me dije que la discusión fue culpa mía y a partir de ese momento lo acogí como si fuera un hermano pequeño. Y lo era. Lo tenía que proteger porque me había equivocado con él al inicio, tenía esa espina clavada, supe que había sufrido por mi culpa", cuenta Víctor Valdés, el hermano mayor de Andrés. (...)

"La Masia es el secreto de todo. La clave. Todos vimos llorar a Andrés. Llorar en silencio porque uno llora cuando no lo ve nadie. Llora para que no lo descubran. El éxito de Andrés se ha forjado ahí dentro. Era una persona muy vulnerable porque no tenía a su familia. Eso lo ha convertido en una roca". (...)

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"Nos parecemos más en lo de hablar poco", explica Messi. "Él suele estar en un rincón del vestuario y yo en el otro. Nos cruzamos, nos reconocemos, nos juntamos. Con una mirada ya sabemos. No hace falta decir nada más. En el campo me gusta tenerlo cerca, sobre todo si el partido se pone raro, duro, áspero. Entonces, le digo: ‘Acércate, vente, ponte a mi lado’ Agarra el equipo, lo maneja, me busca, me la da. Es una persona modesta y como jugador es mágico, todo lo que hace con la pelota es increíble".