El partido del Camp Nou

Un genial Messi tumba de nuevo al bélico Madrid

La estrella marcó dos goles y dio uno a Iniesta en un tumultuoso partido que acabó en bronca

Messi pica el balón ante la salida desesperada de Casillas en la acción del segundo gol mientras Ronaldo cae arrodillado a su espalda, anoche en el Camp Nou.

Messi pica el balón ante la salida desesperada de Casillas en la acción del segundo gol mientras Ronaldo cae arrodillado a su espalda, anoche en el Camp Nou.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Cuando quiso Messi. Y como quiso Messi. A donde no llegaron las manos de Valdés, que dobló Ronaldo con misiles, emergió Leo para tumbar a un valiente Madrid con dos acciones majestuosas. A cada cual más impresionante. En la primera, su clarividente y galáctico pase a Iniesta, silenció al Camp Nou, asombrado del prodigio que estaba viendo. A tan maravilloso pase correspondía una definición de genio y Valeria, la hija de Andrés, puede estar orgullosa de su padre. Como el Barça lo está de Messi y sus amigos.

No fue un partido fácil para el campeón de Liga y de Europa. A Mourinho le ha costado más de medio año digerir el 5-0 del Camp Nou y en el camino ha perdido una Liga y una Champions. Pero ya no es aquel técnico cobarde, miedoso, inseguro, con tácticas menores para un equipo tan grande como el Madrid. Salió Mou a buscar al Barça en el despacho de Valdés y lo tuvo arrinconado porque Piqué no era Piqué -erró en el pase más de lo habitual- y Xavi, además, cometió un crimen inusual. ¿Cuál? Perdió dos balones en solo cinco minutos. Lo nunca visto.

VALDÉS RESISTIÓ / Entonces, el Madrid detectó la debilidad azulgrana y se tiró aún más arriba. Suerte tuvo el Barça de que Valdés aguantó de pie, sin quebrarse por el peligroso asedio blanco. En media hora, el portero fue el mejor. Con Messi, por supuesto. Hasta que aparecio la estrella argentina para darle ese inolvidable pase a Iniesta. Pero con ser soberbio, que lo fue, no era lo mejor que tenía reservado Messi. Lo mejor llegó en el segundo gol, a la salida de un córner, cuando dribló con un pase con el pecho a Carvalho, Piqué se disfrazó de delantero con un preciso taconazo y Messi, siempre Messi, asomó al balcón del área pequeña para elevar la pelota con una dulzura increíble sobre un desesperado Casillas mientras Ronaldo, ¡sí Ronaldo!, se quedaba arrodillado detrás de Leo. Un retrato realmente simbólico de los dos equipos.

AGRESIVIDAD BLANCA / Pero el Barça no estuvo sólido. Le costó retener el balón, sometido al vértigo que imprimió el Madrid, que jugó la Supercopa como si le fuera toda la vida. Y le iba. A Guardiola, también. Por eso apostó por el once de Wembley, el mismo equipo que arrolló al United en Londres. Sin fichajes, sin pruebas. Con los grandes, con las estrellas. También Mourinho. El mismo equipo que encajó aquel 5-0 con el único cambio de Coentrao por Marcelo. Y la agresividad llevada a la violencia representada por Pepe, cualquier cosa menos un central.

Tras las divinas apariciones de Messi, el partido se ensució de manera escandalosa y el Barça se arrastró sin defenderse con la pelota. De ahí que, enredado entre tanta patada y secuestrado el fútbol, llegara el tanto de Benzema, en otro gravísimo error de la defensa azulgrana. Uno más. Cada córner del Madrid era una tortura. Y en dos saques de esquina, dos goles, uno de Ronaldo, casi de rebote, y otro de Benzema, tras otra desastrosa acción defensiva del bicampeón. Estaba el Barça atolondrado cuando salió Cesc, con 2-2 en el marcador. Un panorama tremendamente adverso.

Es en esas circunstancias cuando se detectan a los grandes. Y Cesc es uno de esos. En nueve minutos revolucionó el partido, sobreponiéndose a un Madrid lleno de matones hasta que Messi conectó con su viejo amigo. A la primera, en otra jugada de ensueño, Messi tumbó a Casillas con un imponente disparo. Como y cuando quiso Messi. O cuando el fútbol ganó a una pandilla de cuatreros como Marcelo, expulsado en la bronca final, y Pepe, indemne.