Fue Dios quien lo libró de la tentación

Al Barça le conviene que papá Neymar esté contento, pero le conviene más que sea el hijo quien viva feliz en Barcelona

Neymar y su padre, durante un torneo benéfico en Brasil, en julio pasado.

Neymar y su padre, durante un torneo benéfico en Brasil, en julio pasado. / periodico

ELOY CARRASCO

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Quizá nunca sabremos hasta qué punto Neymar estuvo cerca de abandonar el Barça el verano pasado, pero el peligro rondó la casa. Aunque algo sospechábamos, de las informaciones publicadas por 'L'Équipe' cabe deducir que el padre de Neymar no habría desentonado en Lehman Brothers u otros artífices de la vergonzosa crisis mundial que empezó en el 2008. Tiene lo que hay que tener: un instrumento muy poderoso (su hijo) y una osadía ilimitada. Y todo indica que los escrúpulos no son su mayor preocupación en este mundo.

Se puede interpretar que sus peticiones al París Saint Germain, por disparatadas (un avión privado, una cadena de hoteles, el pago de la exorbitante deuda con el fisco brasileño, el oro y el moro), fueron una manera de decir 'no', pero también alquel tiento de Florentino Figo parecía una cosa de locos y terminó siendo un simple asunto de dinero y traición, viejo como el mundo.

LA DISUASIÓN DE LAS CLÁUSULAS

El presidente Josep Maria Bartomeu dijo en su momento que nunca hubo "el menor riesgo" de que Neymar se marchase. Un enfoque institucional y prudente de una realidad, ahora lo sabemos, más alarmante. No será tan casual que un aspecto clave del nuevo contrato de Neymar sea su cláusula de rescisión ascendente, una valla cada vez más alta para desalentar a quienes aspiren a saltarla.

Las cláusulas son un "por si acaso" disuasor pero hay una máxima superior en el fútbol: si una estrella se quiere ir de un equipo, se va. Y cuando un asunto se debe resolver por la fuerza o por dinero, no importa de qué cantidad se trate, siempre habrá alguien que tenga más. Siempre habrá un Florentino, un jeque, una billetera más gorda, un puño más duro. Al Barça le conviene que papá Neymar esté contento, pero le conviene más que sea su hijo el que viva feliz en Barcelona. Ganar títulos, escribir la historia, jugar con Messi. Fue Dios quien lo libró de la tentación.