Y al final gana Messi

Pep convirtió a Leo una máquina, Pep lo sufre hoy. Las máquinas no conocen ni a su padre

Messi regatea a Bravo en la jugada del primer gol.

Messi regatea a Bravo en la jugada del primer gol. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Guardiola, al que tanto queremos aquí (aunque ya sabe él que en esta ciudad también se encuentran sus mejores enemigos) y lo mal que se lo hacemos pasar cada vez que viene. Dijo que no había viajado a Barcelona de vacaciones ni para pasarlo bien, y su exquipo se lo tomó al pie de la letra. Guardiola es un entrenador excepcional, pero Messi es un futbolista todavía más excepcional. Él lo convirtió en la máquina trituradora que es hoy y él lo sufre cada vez que lo tiene delante. Las máquinas no conocen ni a su padre.

Messi empieza a ser como la Alemania del viejo dicho de Lineker. Pase lo que pase, al final siempre gana él. Roza lo sobrenatural. Lo hipnótico. Será casualidad, pero en el Bayern de Guardiola se cayó como fulminado Boateng en aquel celebrado regate del 10 argentino, y esta vez ha sido Fernandinho quien se metió en un fregado y, resbalón mediante, propició la situación crítica que supone dar una bala a Messi. 

UN PIQUÉ PUYOLIZADO

Ha sido un partido hermoso y trepidante, con el milagro cotidiano de Messi, uno más, con la constatación, por si había dudas, de que el Barça se quedó con el portero bueno, y con el descubrimiento de que hay en Umtiti central para largo (que la secretaría técnica, que en otras ocasiones se ha ganado un capón, se apunte el tanto esta vez). Hemos visto a un Piqué aclamado y puyolizado, intentando sobreponerse al dolor como hacía el titán de La Pobla, pero sucumbiendo al fin tras otro fenómeno extraño de la noche: un hachazo de David Silva, el pajarito disparando a la escopeta, que diría Valdano.

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Hemos visto a dos entrenadores intensos, primero entregados a un abrazo de verdaderos amigos en el túnel y sumidos luego en el espectáculo de los aspavientos. Y a una defensa del Barça rarísima, francesa y de izquierdas, descompensada con tres zurdos juntos (Umtiti, Mathieu y Digne) y Mascherano de lateral derecho. El día que marque un gol ya lo habrá hecho todo el en fútbol.

Y también sospechamos que los próximos días serán duros para el entrenador del Manchester City. Le esperan hirientes sarcasmos. Él iba bien encaminado, él quería a Ter Stegen, pero se tuvo que conformar con Bravo. Un gran portero que eligió el peor día para fallar con los pies. Ya se lo dijo Pep a aquel niño del taxi de Manchester. El pequeño fan le preguntó si podría fichar a Messi. «¡Estaría bien, eh...!», contestó Guardiola, con el suspiro de los sueños imposibles.