Barça-Madrid: Cambio de tendencia

El Barça recupera su mejor versión mientras que el Madrid pierde fuerza y se enfrenta a la presión de caer en la Copa

Leo Messi celebra uno de los goles en el partido contra el Eibar (0-4).

Leo Messi celebra uno de los goles en el partido contra el Eibar (0-4). / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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En cuestión de días, la Liga ha cambiado de tendencia. El Madrid imparable al que algunos etiquetaron como el mejor de los últimos años y que parecía estar a un paso de ganar el título en la primera vuelta ha perdido fuerza de la misma manera que la ha recobrado el Barça. En el Camp Nou las sensaciones se han invertido y ahora se impone la confianza, lejos de las dudas y la inquietud de hace unas semanas. Y en medio de los dos aparece el sorprendente Sevilla, dispuesto a incordiar a los grandes y a seguir peleando hasta que el cuerpo aguante, fiel al ideario de su guía Sampaoli.

El Madrid metió el pie en el 2017 con paso firme, con la autoestima por las nubes tras conquistar el Mundial de Clubs a pesar de que el título llegó entre sufrimiento con la angustiosa final ante el Kashima Antlers al que ganó en la prórroga. Pero la eliminatoria ante el Sevilla y la goleada al frágil Granada, reforzada por la gestión de Zidane con las rotaciones (Cristiano ni siquiera fue convocado) y combinada con la derrota azulgrana en Bilbao en la Copa y el empate en Vila-real, dispararon las sensaciones contrapuestas.

En el Bernabéu se pusieron a hacer las cuentas de la lechera, como tantas y tantas veces, y en el Camp Nou crecieron las voces de alarma y ese aire pesimista que siempre reaparece en los momentos bajos. Hay cosas que no cambian por más que las cosas hayan cambiado tanto en los últimos tiempos.

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Los elogios al Madrid no eran gratuitos. Una racha de 40 partidos sin perder no es una casualidad, pero en los análisis se colaron grandes exageraciones, algunas muy por encima del juego, al amparo también del ruido por la coronación de Cristiano como The Best y el espot blanco en el que se convirtió la gala de la FIFA,  favorecido por la ausencia de los jugadores azulgranas. 

Pero como ocurre a menudo llegó el efecto boomerang que, curiosamente, arrancó en el mismo punto desde donde cobró impulso: Sevilla. Sampaoli no dejó pasar el tercer mano a mano y esa mezcla de intensidad y fe que mantiene el equipo de principio a fin le valió para lanzar un golpe que ha dejado huella. Le pagó con la misma moneda que tantas veces ha resucitado al Madrid, en un perverso guión que se inició con el gol de Ramos en propia puerta y el remate más allá del minuto 90.

Una herida en la que hurgó el Celta en el Bernabéu (1-2). De repente, el Madrid se encuentra con la Copa en peligro, una situación dramática no tanto por el valor del título por si solo sino en calidad de acompañante. La Copa se entiende como una pieza para dibujar un doblete y, sobre todo, el triplete, el deseo imposible que persigue para igualar al Barça. La situación se ha complicado con las lesiones de Modric, más leve de lo esperado (10 días) y, especialmente, la de Marcelo (un mes) que se unen a la de Carvajal.

LOS MURMULLOS DEL BERNABÉU

Ni siquiera la victoria ante el Málaga alivió la tensión que flotaba en el ambiente y que la grada hizo saber con algunos murmullos. "Yo pienso que es por exigencia, no por nerviosismo", dijo Zidane, con ese tono pausado que tanto le favorece en la sala de prensa, aunque esta vez no pudo reprimir una ligera queja. "No voy a criticar a la afición. Pero en una temporada tan larga, el jugador y el entrenador a veces también necesitan cariño".  

En el Barça, el panorama es muy distinto y, pese a la situación de desventaja (2 puntos con un partido más), las sensaciones han cambiado. Ya nadie da la Liga por perdida como hace dos semanas. Al revés. Penalizado en el marcador en San Mamés y en Vila-real más de lo que merecía por juego, la situación se ha equilibrado en los últimos partidos. Cuatro victorias consecutivas, con el tridente recuperando lo mejor de sí mismo. En dos de esos duelos han marcado los tres. Suárez y Neymar vuelven a acompañar a Messi, el único que se mantiene ajeno a cualquier crisis. El único que es siempre el mismo: The Best.