Nuevo título azulgrana

Dos copas en 22 minutos

Cesc logra en dos apariciones fugaces los mismos títulos que en ocho años en Londres

JORDI TIÓ
BARCELONA

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Cesc Fàbregas sigue instalado en la nube que le trajo de Londres después de ocho largos años. El de Arenys de Mar no ha dejado de levitar desde que sellara su regreso al Camp Nou. No es que en el Emirates estuviera mal, no, nada de eso. Era el capitán, la estrella, el amo y señor. Después de Wenger, claro. Pero no era feliz. ¿Por qué? No tenía nada que celebrar. En el tiempo que estuvo en Londres levantó dos copas, las mismas que ya ha ganado en el Barça en apenas 10 días. Más alucinante aún: en solo 22 minutos sobre el campo (11 ante el Madrid en la vuelta de la Supercopa y 11 anoche), el catalán ya ha colocado dos nuevos trofeos en su vitrina particular.

Por eso Fàbregas tenía tantas ganas de volver. No se trataba tan solo de regresar a casa, a sus orígenes. Era mucho más que eso: formar parte de un equipo de leyenda (suma ya 12 títulos de 15 en tres temporadas) que juega un fútbol de otra galaxia en la que brilla la mayor de las estrellas del universo futbolístico: Leo Messi.

Como en el cadete

Y fue precisamente Messi quien asistió a su amigo en el segundo gol. LaPulga, con la bola controlada con su izquierda, levantó la cabeza y adivinó lo que pasaría. En el horizonte atisbó la figura de Cesc mirándole y corriendo como un poseso. ¿El motivo? Penetrar desde la segunda línea, lo que tantas veces le había hecho hacer cuando jugaban en aquel equipo de cadetes que lo ganó absolutamente todo. Y en el que también jugaba Gerard Piqué. Entonces tenían 15 años. Ahora, 24, pero Leo todavía se acuerda. Y Cesc, también. Por eso el argentino bombeó la pelota con precisión hasta encontrar el pecho del centrocampista que en unas milésimas de segundo dio una clase magistral de como bajar el balón con el pechó y marcar de volea en carrera. Parece fácil, pero es dificilísimo. Es lo que se aprende en La Masia. Y lo que ha puesto en práctica y perfeccionado en el Arsenal.

Pocos, quizá nadie, en el Barça penetra en el área con tanta determinación desde atrás. Forma parte de su ADN. Por eso Guardiola le quería: en un solo hombre tiene dos jugadores. El que templa, combina y distribuye en el centro del campo, y el que llega y remata con saña. Como ayer.«Presi, menos mal que he llegado antes del día 31. Si no, me pierdo los dos títulos»,dijo Cesc a Sandro Rosell momentos antes de subir al palco a recoger el trofeo. Ahora se entiende su prisa por pillar ese dichoso avión privado que le esperaba en Londres y del que casi tuvieron que bajarlo porque faltaba el dichoso fax de confirmación del Arsenal. Sabía lo que se podía perder y no estaba dispuesto a esperar un minuto más.

«Uno propone y otros deciden», sentenció Guardiola cuando le preguntaron por el acierto del fichaje del centrocampista. El Barça ha recuperado a uno de los suyos. Cesc, la felicidad. En 22 minutos.