Entrevista con Denis Suárez: "Si no te diviertes, el fútbol no tiene sentido"

El jugador, de 22 años, explica sus inicios en el fútbol y el sinuoso camino que ha recorrido hasta llegar al Barça

DAVID TORRAS / MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Vuelve este domingo a Vigo, su casa, después de un sinuoso camino que le ha llevado de un pequeño pueblo gallego a Manchester, Barcelona, Sevilla, Vila-real y otra vez Barcelona. Con 22 años, Denis Suárez tiene una larga historia que contar.

–Todo empezó en Salceda de Caselas y ha acabado en el Camp Nou. Empecé a jugar con 3 o 4 años. Mi madre tiene una peluquería. Y yo me ponía a chutar justo delante. Le rompía todas las plantas. Un día, un señor que siempre venía a cortarse el pelo, le dijo: ‘¿Por qué no apuntas a Denis en un equipo?’ Mi madre pensó que era una buena idea, así por lo menos no le rompería las plantas (risas). Pero en Salceda, no había escuelas de fútbol para niños tan pequeños.  ‘¿Por qué no lo llevas a Porriño?’ , le dijo. Y me apuntó.  Pero tampoco cogían a los tan pequeños. Aún así, empecé a jugar con los niños de 6 o 7 años. Era el más pequeño, me ponían de lateral derecho...( risas)

"Empecé a jugar con 3 o 4 años. Mi madre tiene una peluquería y yo me ponía a chutar justo delante. Le rompía todas las plantas"

–Y su madre arriba y abajo... Sí, sí. Aquellos inicios fueron complicados para ella. Mi padre estaba trabajando todo el día y mi madre tenía que estar en la peluquería. Cuando iba a entrenar, la dejaba durante media hora. Paraba a la gente y les decía: ‘Os quedáis aquí un rato que tengo que llevar a Denis a entrenar a Porriño’ Era un trayecto de media hora ida y vuelta. Y mientras la gente se quedaba sola en la peluquería esperando a que mi madre volviera.

–No es fácil imaginarle de defensa si además era el más pequeño. Pero fue cambiando de posición. En prebenjamines empecé de lateral, luego de central, después de medio centro y poco a poco fui dando pasos adelante,  de centrocampista e incluso de extremo. En benjamines tuve a Toni Otero de entrenador, que  ahora ha fichado por el Barça., y él me puso de 6, de 8, en posiciones de interior y, finalmente, hasta de 10. Cuando Toni se fue al Celta, hizo un equipo de alevines. Me llevó allí y no me moví de ahí hasta juveniles.

–Y su madre arriba y abajo...Si sí, pobre (risas).  Ahora de Salceda a Vigo. Tuve suerte de que acabaron firmando a un chico de mi pueblo, aunque jugaba en otra categoría. Aprovechando que a Toni lo hicieron director de cantera, organizaron los entrenamientos para que coincidiéramos. Así las madres se turnaban cada semana.

–No dejó de progresar, pero también paso momentos difíciles. En infantiles fui un año adelantado, pero luego en cadetes tuve una temporada en la que me quedé un poco. Todos habían crecido y yo aún no me había desarrollado. Era muy pequeño, no estaba al nivel físico. Fue un año complicado. Me dejaron fuera de la selección gallega. Eso me afectó. Tenía 12 años y fue un palo porque siempre había ido. Pero eso me sirvió para trabajar más, para pelear por las cosas que quería. Luego, me recuperé. Di un paso más y me subieron de categoría. Era cadete de segundo año y ya jugaba contra juveniles de tercer año.

"'¡Como pases por aquí, te rompo las piernas', me dijo un defensa el día que debuté en Segunda B con 14 o 15 años"

–¿Cuándo empezó a pensar que podía llegar? Debuté con el Celta B cuando tenía 14 o 15 años. Y pensé: ‘¡Madre mía!’ Mi primer partido con el Celta B fue contra el Alavés. Era pequeño y el entrenador me puso por la banda izquierda. Su lateral no sé los años que tendría, 30, 32… Ni idea. Y al empezar el partido, me dijo: ‘¡Como pases por aquí, te rompo las piernas!’ Imagínate, yo. Pequeño, ni 15 años, debutando en Segunda B y escuchando eso. Estaba cagado (risas). Pero cagado. En Segunda B la gente se está jugando su vida. No es solo el dinero sino también su vida. Y yo ahí en medio, nunca había jugado con gente tan mayor, pero eso es algo que también te acaba curtiendo. Me hizo mucho más maduro.

–Su gran ilusión, jugar con el Celta, cada vez más cerca. Siempre me gustó el Celta. Mi objetivo era intentar llegar a la primera plantilla, ese era mi sueño. Siempre intento divertirme jugando. Si no te diviertes, el fútbol no tiene sentido. A partir de ahí, me lo tomé más en serio y el club apostó por mí. Le estoy muy agradecido al Celta, aunque duré poco allí. Muy poco, la verdad.

"En el filial del Manchester City solo jugaban al pelotazo. Hasta que un día les dije: 'Mañana cojo un vuelo y me voy a mi casa. Aquí no quiero estar más'" 

–De un día para otro, su historia cambió y siguió un camino inesperado. Me acuerdo perfectamente de todo. Jugábamos un partido de Copa  de juveniles. El Celta se acababa de meter en el play-off para subir a Primera,  pero los jugadores llevaban  meses sin cobrar y el club estaba en ley concursal. Entonces, tengo una propuesta del Barça y otra del City. Mis padres llevaban dos meses reuniéndose con Narcís Julià y, al final, yo voy también a una reunión en un hotel de Porriño. También hablaban con el City y de Inglaterra vino Bryan Marwood, que era quien mandaba. Si tenía que irme era al Barça, eso está claro. Pero el Celta necesitaba dinero. Y el City les pagaba un millón y medio de euros al momento. Les salvaba el salario de los jugadores. Y a mis padres les resolvía la vida. No me lo podía pensar más. No podía decir no a esa oferta. Y me fui.

–¿Y cómo le fue en Manchester? Fue una experiencia muy buena. Me fui con toda mi familia y mi novia. Tenía 17 años. Empecé la pretemporada con el primer equipo con Mancini. Pero jugaba con el filial, que tenía un técnico inglés y le gustaba el pelotazo. Cuando me vio, pequeñajo como era, debió pensar: ’¿Pero este de dónde viene!’ Y, claro, en los primeros partidos no jugué. Hasta que un día , después de un partido, fui a ver a Marwood  y le dije: ‘Mira, mañana cojo un vuelo y me voy a mi casa porque aquí no juego y no quiero estar más. Encima que he hecho este sacrificio. Me voy’. Hablaron con David, un ojeador que tenía el City en Galicia, para que me convenciera. Al final, me quedé y empecé a jugar. Y después cambiaron al entrenador y la manera de jugar, y ya todo fue mejor. Entrenaba con el primer equipo, debuté con Mancini, entrenaba con el primer equipo...

"Me da rabia porque ahora por el pueblo la gente te llama Denis Suárez. Eso no me gusta, yo sigo siendo Denis"

–Pero ese proceso se frenó... Sí, al año siguiente, me lesioné al empezar, estuve fuera dos o tres meses y empecé a contar menos para el primer equipo. Llega Pellegrini y me quieren renovar. Pero aparece el Barça y decido irme. El City me tiene que vender porque al año siguiente quedaba libre. Y el Barça apuesta por mi porque me hace un contrato de un año con el filial y tres con el primer equipo. ¿Cómo le iba a decir que no? Después de estar en el filial, donde estuve muy bien, pensé que tenía que dar un paso más. Y me fui con la intención de volver.

–Ahora ya puede volver a Salceda de Caselas como el chico que ha cumplido su sueño. Es mi casa. Aunque ahora es un poco diferente y me da rabia porque vas por el pueblo y ya no eres Denis el de siempre, ya eres Denis Súarez. Eso no me gusta, la gente me tiene que seguir viendo igual porque sigo siendo el mismo.