LA PRIMERA JORNADA DE LIGA

Un terrenal Barça gana al Betis

Valverde empleó un 4-2-3-1, con Messi gobernando el partido como falso nueve, para imponerse en el debut con un gran Sergi Roberto

Sergi Roberto engaña al portero en el segundo gol del Barça ante el Betis.

Sergi Roberto engaña al portero en el segundo gol del Barça ante el Betis. / periodico

Marcos López / Barcelona

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El Barcelona, tras su dramática capitulación ante el Madrid en la Supercopa, es terrenal. Y como tal, le toca empezar como los equipos pequeños a construir un nuevo relato futbolístico. Muerto el tridente para siempre desde la traumática marcha de Neymar, y más aún si Suárez está lesionado, le queda Messi. Siempre Messi, colocado ahora por Valverde en la posición de falso nueve como si emprendiera un inesperado viaje en el tiempo táctico a la época de Guardiola. De falso nueve y de organizador.

Terrenal como es el desconocido e incompleto Barça. Faltan aún las piezas más valiosas por comprar si es que llegan, claro. Tiene que correr como si no existiera un mañana. El viejo Barça pertenece a la memoria de la gente y figura en los libros del Museo. El toque, entendido como tal, solo viene firmado por Leo, Busquets, Rakitic... ¿Alguien más? Pocos. Hizo más daño cuando presionaba y robaba que en jugadas de construcción paciente y delicada.

Apuesta por el 4-2-3-1

A la espera de que el club entregue a Valverde lo que ha pedido, se agiganta la figura de Sergi Roberto, un interior nacido y criado en La Masia, que ha hecho de la paciencia un arte. Pero habrá un día en que nadie podrá moverlo de ahí, del once inicial. Mientras llegan las estrellas para luchar por todo, el técnico extremeño no duda. Ni le tiemblan las manos para arrinconar el clásico 4-3-3. Si no tengo los jugadores adecuados, ¿para qué hacer inventos? Por eso, recurrió a su 4-2-3-1 de cabecera, ese dibujo táctico que ha guiado su camino por Euskadi, la Comunidad Valenciana, Barcelona o Grecia.

Colocó Valverde a Busquets y Rakitic en paralelo, mientras envió a Deulofeu a la banda derecha y Paco Alcácer a la izquierda quedando Leo en el centro del universo azulgrana. Como siempre, vamos. Liberado de la feroz presión que ordenó el técnico a 9 de sus jugadores (Ter Stegen y Leo los únicos que no tenían ese rol), gobernó el partido desde la intimidación y el regate. Gobernó con ese aire dictatorial que aplasta, por muy huérfano que se sienta. De la MSN (Messi-Suárez-Neymar) se ha pasado a la MAD (Messi-Alcácer-Deulofeu).

El pie de Mascherano

A menudo, Busi conectó con él, como sucedió en el 1-0, mientras Deulofeu se alejaba de la jugada, consciente de que tarde o temprano le acabaría llegando el balón. Y en ventaja. Messi, fiel a su magia, firmó el prólogo de ese gol, con un golpe de fortuna porque Tosca, el defensa del Betis, rozó la pelota para despistar a Adán. Era el preludio de una doble acción que cambió el paisaje de la noche llena de emociones. Al silencio inicial del Camp Nou como sentido homenaje a las víctimas de Las Ramblas y de Cambrils se unió un grito estremecedor que recorrió las gradas: '¡No tinc por!'

El Barça, entretanto, hizo de la presión, con un descomunal Sergi Roberto transformado en la punta de lanza, una manera de entender la vida. Creó más desde el robo que desde el ataque posicional. Tuvo que ser, por ejemplo, Mascherano, quien emulándose a sí mismo, arrebató un balón de gol a Sergio León como si fuera una réplica de lo que hizo con Bendtner (Arsenal) o Robben frente a Holanda en el Mundial de Brasil. El piececito del 'Jefecito' abrió, sin saberlo entonces él, el 2-0.

Messi, tres tiros a la madera

Robó Mascherano y el Barça se desplegó con tanta velocidad que la presión de Deulofeu permitió a Sergi Roberto encontrar en el gol la recompensa a ese maravilloso despliegue físico. A la espera de que lleguen las estrellas, Deulofeu aprovechó su momento en la banda derecha, generoso hasta en el esfuerzo defensivo, mientras Semedo protagonizó un par de excelentes acciones que le valieron el reconocimiento del Camp Nou.

Al Barça le toca empezar de cero. Y en eso está, pero el camino será largo, duro, complejo y, por supuesto, tortuoso. Pero si no dejan solo a Messi, que estrelló tres veces el balón en la madera, sigue existiendo aún esperanza. Pero, como gritó Valverde, tienen que ayudarle todos.