CR7 se quedó en su paraíso

El as portugués volvió a desaparecer en un partido grande tras su escándalo financiero

El Real Madrid celebra el empate en el Camp Nou.

El Real Madrid celebra el empate en el Camp Nou. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Ni caso. No era el día de acudir al fútbol tras leer las noticias. No era el día de liarla contra el visitante, aunque se tratase del peor enemigo. La gent blaugrana no quiso saber nada de Cristiano Ronaldo. Bueno, sí, ya saben, pitos cuando tocaba el balón, «uuuuuuuuh» cuando fingía que lo habían matado de una patada, risas cuando fallaba un pase, aunque para casi nada de todo ello tuvo demasiadas oportunidades el público, que llenó un estadio presidido por una pancarta que decía «bienvenidos a la República Catalana», mientras 30.000 esteladas trataban de empujar al equipo.

Porque, en efecto, los culés, tal vez demasiado hartos también de los líos en los que se encuentra inmerso su club y sus estrellas en los tribunales, por culpa de Hacienda y la fiscalía, pasó de recordarle o intentar desestabilizar a CR7 con sus supuestas deudas con la Agencia Tributaria, denunciadas

por El Mundo (a quien nadie en la capital hizo seguidismo y mucho menos Marca y As), que reveló un entramado descubierto por una investigación de la red periodística EIC, a partir de documentos de Football Leaks, obtenidos por Der Spiegel.

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EL FRAUDE DEL PORTUGUÉS

Durante años, Cristiano Ronaldo generó casi 150 millones de euros en publicidad e imagen y, gracias a la opacidad creada por un entramado de empresas en manos de Jorge Mendes, que iban de las Islas Vírgenes Británicas a Nueva Zelanda, solo pagó directamente al fisco español 5,6 millones de euros, menos del 4% del total.

Ya hubo, ya, en medio de la inmensa tribuna del Camp Nou quien recordó que, en otros tiempos, quien sabe si pensaba en la época de Josep Lluis Núñez, Joan Gaspart o, incluso, bajo la batuta del hábil y pillo Antón Parera, hubiesen aparecido algunas pancartas en las gradas, tal vez, no sé, recordándole a CR7 que pagase sus impuestos, intentando desestabilizarle nada más pisar el césped azulgrana.

La verdad es que ni siquiera hizo falta, pues el as portugués estuvo desaparecido (casi siempre le ocurre en los grandes choques y hasta finales europeas), pero, claro, cómo no, como siempre, por supuesto, al final tuvo su oportunidad, curiosamente dos minutos antes de que marcase Sergio Ramos, cuando remató inocentemente de cabeza, un centro en el segundo palo, que pudo despegar, serenamente, Jordi Alba. Era su gol, su única ocasión y la perdió.

UN JUEZ HACE DE ÁRBITRO

Es posible, bromeó más de un trajeado socio en el descanso del clásico, que la educación de la gent blaugrana llegas, incluso, a la exquisitez de respetar la orden que el juez Arturo Zamarriego dio al director de El Mundo, Pedro G. Cuartango (desconocido casi para todos hasta ayer) y que, ante el recurso presentado por el bufete Senn Ferrero Asociados, ha amenazado al diario con encerrar a su director cinco años si sigue haciendo públicos datos personales de los presuntos implicados. Tal vez por ello, sí, los culés no quisieron más guerras judiciales y dejaron en paz, o no, a CR7, que se marcaba solo en un partido donde el primero que le incordiaba cuando la tocaba era su compatriota André Gomes y, luego, a Sergio Roberto.

Mientras el Real Madrid se comportaba como equipo sin importarle las bajas, mientras la ausencia de Bale autorizaba a Cristiano ser el puto amo, mientras el centro del campo de reservas trabajaba para él, mientras Lucas Vázquez e Iscos trataban de dejar de ser segundones, Messi se olvidaba de hacer travesuras (¡y errar el gol que le regaló Iniesta!), Neymar no paraba de resbalar (¡y fallar su gol tras dejar sentado a Carvajal!), Iniesta levantaba a todo el estadi y Cristiano Ronaldo no parecía, sin haber sido agitado por el estadio barcelonista, preocupado por su dinero, el que tiene y el que dejará de tener.

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NADA PREOCUPADO

Es difícil, muy difícil, que cuando llegó a su fantástica mansión en La Finca, su residencia de Madrid, alguien le dijera, mientras repasaba su fastuoso garaje y comprobaba que, en efecto, seguían ahí su precioso Bugatti Veyron, de 1.6 millones de euros, junto a un Koenigsegg CCX, un McLaren MP4-12C, de 450.000 euros, así como varios Mercedes, Ferrari, Porsche y hasta un Rolls Royce, que estaba siendo investigado.

Alguien que se gasta 400 euros diarios en seguros de coche (con ese dinero vivirían decenas de familias en todo el mundo), no creo que este demasiado preocupado al oír que José Enrique Fernández Mora, Secretario de Estado de Hacienda, le dijese a la COPE que «la Agencia Tributaria investigará si Cristiano Ronaldo ocultó sus ingresos por derechos de imagen en países fiscales».

Y, justo cuando alcanzo la calle camino del hotel Princesa Sofía, se me acerca un gracioso forofo culé que me enseña su móvil en el que puedo leer un tuiter de Dios, perdón, de @diostuitero, que decía así: «Se nota que Ronaldo es un buen Cristiano porque desvía su dinero a las Islas Vírgenes». Broma, gracia, que, seguro, firmaría el propio as portugués, que, no en vano, le reconoció al bueno de Koke que era «maricón, pero lleno de pasta, ¡cabrón!». Yo, para no ser menos, le muestro la foto que CR7 acaba de colgar en su twitter en la que está, en pose matón del Oeste, en el vestuario del Camp Nou, con su barbilla apoyada en su mano derecha y el codo en su rodilla.

Tan chulo como siempre.