el partido del Camp Nou

Con Messi no hay cambio

Luis Enrique refuerza la idea de respetar que Leo juegue los minutos que quiera

Tranquilo 8Luis Enrique, ayer.

Tranquilo 8Luis Enrique, ayer.

DAVID TORRAS / BARCELONA

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La imagen no ofrece muchas interpretaciones, pero muchos, especialmente desde Madrid, se empeñan en darle vueltas y más vueltas a un episodio que se ha repetido ya unas cuantas veces, en el Camp Nou y en muchos otros campos, con Rijkaard, con Guardiola, con Tito, con Tata y el sábado, por primera vez, con Luis Enrique. No será la última. Habrá más escenas como esa y si siguen el mismo guion no hay nada que temer. Lejos de generar polémica, el lenguaje de los gestos destila complicidad y la buena predisposición del técnico, comentando sonriente la situación con Carles Naval, para aceptar resignadamente el significado de Leo levantando el pulgar (que alguna televisión omitió malintencionadamente), diciendo lo que lleva toda la vida repitiendo. Qué  quiere seguir jugando. Que no le cambien.

Ajeno a esa polémica  artificial, a las puertas del clásico, Luis Enrique pasó de largo sobre un asunto recurrente en según que foros y tertulias. «Antes de los cambios siempre pregunto a los jugadores y luego tomamos decisiones, ya pasó con Leo, con Andrés, con Neymar...Me fío mucho del feeling con los jugadores, me fío mucho de mi relación con ellos. Los hechos los interpreta cada uno como quiere. Yo seguiré haciendo lo mismo. No voy a entrar en este juego», aseguró.  Tres veces le preguntaron y de ahí no se movió salvo para acabar ironizando. Sabe de qué va este juego. «Tenemos en cuenta todo, hasta quién tiene una mosca detrás de la oreja. ¿Las interpretaciones? Barra libre... Ya lo expliqué dos veces, una tercera...», añadió, en un discurso parecido al que antes ya pronunció unas cuantas veces Guardiola. También él le hizo a menudo esa consulta a Messi y siempre recibió la misma respuesta. Con pulgar o sin pulgar.

«Con los genios hay que vivir en paz; con ese gesto evitas un problema que luego tendrías que solucionar», reflexionó Valdano en la cadena SER sobre esta situación. Y vivir en paz con Leo significa dejarle jugar todo lo que él quiera. El año pasado, Martino, en el primer partido de Liga ante el Levante, le sustituyó. Era el minuto 70. Había metido dos goles y el Barça ganaba 6-0. Todo el mundo aplaudió esa decisión como un gesto de autoridad y una nueva manera de gestionar esos minutos que se interpreta que Messi debería ahorrarse. No le fue muy bien. A Leo no le gustó. No volvió a sustituirle y, casualidad o no, vivió uno de sus peores años futbolísticos, víctima otra vez de los episodios de lesiones musculares que había enterrado.

Así que nada ha cambiado con Messi. Quiere jugar siempre. Y ahora tiene un objetivo a la vista: Zarra. Si en el Bernabéu levanta el pulgar será buena señal.