Cómo calentar a Messi

El argentino acaba amonestado y molesto tras sufrir una noche de acoso y derribo

Illarramendi agarra a Messi por la camiseta en la jugada que le costó la tarjeta amarilla.

Illarramendi agarra a Messi por la camiseta en la jugada que le costó la tarjeta amarilla. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Echó a rodar el balón en Anoeta y el termómetro marcaba un grado, mientras afuera todo empezaba a hervir en juerga y comilonas. Poco tenía que apetecer a los jugadores de la Real y del Barça estar ahí, con tantas sociedades gastronómicas rebosantes de menús hipercalóricos (micuit, txangurro, gambas, solomillo..., la de Dios) en las que sentarse a la mesa. Hasta Luis Enrique, coronado por un gorro de lana de Pitufo, fiel exponente del «ande yo caliente, ríase la gente», era la viva imagen de lo poco agradable que debía de ser pasar la festiva velada tan lejos de una estufa.

Pero había que ponerse a jugar y a los azulgranas no pareció intimidarles ese aire helado, ni la hostilidad de la grada ni la presencia de tantos tambores como preludio de la tamborrada. Además, el Barça se encargó de enfriar más los ímpetus vascos. Algo pasada de frenada, la Real mordió varios anzuelos, como el quiebro de Neymar que Elustondo engulló y devolvió convertido en un penalti muy poco discutible. Iñigo Martínez, Xabi Prieto y compañía, varios de ellos arremangados muy en plan chicarrón del norte, neutralizaron a Suárez, también con los brazos pelados. Pura bravura estética, aunque a la postre quedó el uruguayo demasiado perdido en dolores fingidos.

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LA MADRE Y LA CONCHA

Messi le buscaron las malas pulgas, y ya se sabe que él jamás se tira ni falsea tropezones, pero si lo buscan, lo encuentran. Illarramendi, el exmadridista, se le adosó en modo lapa y entre él y Yuri lo mosquearon. Messi fue al suelo derribado por Illarra y el otro aún le dio un balonazo cuando estaba caído. Messi le mentó a Yuri la madre y la concha, y no era precisamente la cercana playa.

El dueño de cinco balones de oro se marchó caliente en el descanso, amonestado por pérdida de tiempo y echando culebras por la boca, sujetado por Carles Naval. Illarra se hartó de hacerle faltas y solo vio la tarjeta en el tiempo añadido. Y aún se quejaba de que al argentino no le enseñaran la segunda:  «No me ha dejado sacar rápido y eso siempre es amarilla». Remató la faena en Twitter: «Otra vez lo mismo de siempre! Otra vez...». Perplejidad.

LA LESIÓN DE INIESTA

El partido y sus modos fueron ásperos, acordes con la meteorología. «Hemos estado sólidos, tanto en defensa como en ataque», resumió Sergio Busquets. Es un buen resumen. Una victoria sin brillo en una noche de perros para dejar casi resuelta la eliminatoria. «El 0-1 nos da ventaja -añadió Busquets con la frase propia de estos casos- pero queda todo por decidir, ellos son buenos y siempre nos ha costado mucho jugarles».

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Solidez es la palabra. Casi todas las declaraciones incidieron en esa virtud. Luis Enrique: «Destaco la solidez defensiva del equipo, sobre todo al principio, cuando el rival está más fresco y aprieta más». El entrenador no puso ninguna pega. «El resultado nos refuerza porque es un campo complicado», añadió, y llenó de elogios los golpeos largos de Cillessen para burlar la presión de la Real y la actitud de Messi: «Perfecto, como siempre». Si acaso, solo un lamento. Iniesta se retiró en el descanso con unas «molestias en el sóleo de la pierna izquierda» que quedan a la espera de un análisis más profundo en Barcelona.