Y al final marcó Leo

Neymar y Suárez se empeñaron en que Messi también consiguiera un gol para completar otra tarde divertida

Messi remata a puerta vacía ante Yuri y Rulli el cuarto gol azulgrana durante el partido de liga entre el FC Barcelona y la Real Sociedad.

Messi remata a puerta vacía ante Yuri y Rulli el cuarto gol azulgrana durante el partido de liga entre el FC Barcelona y la Real Sociedad. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Cada día que juega el tridente hay alguno que necesita ayuda. Una ayuda especial, claro. Si el martes fue Neymar quien debía recibir el apoyo futbolístico de Messi y Suárez, ayer le tocó el turno, precisamente, al 10. Al Messias del universo azulgrana. Necesitaba Leo marcar un gol. Y no solo porque el delantero uruguayo había dejado un tanto imponente o porque el brasileño se lo estuviera pasando en grande en el Camp Nou sino porque Messi necesita ir recuperando sensaciones. «Entiendo que se busquen con el partido resuelto», admitió un comprensivo Luis Enrique.

Y se buscaron tanto que, al final, se encontraron. Como es lógico. Cuando esos «tres pepinos», según la definición que firmó Piqué la pasada temporada, sincronizan sus movimientos, no hay defensa que resista. Ni el Madrid, ni el Roma, ni la Real Sociedad. «Tienen tanta complicidad, tantísima entre ellos, que si no [marcan los tres] la fiesta no es completa», aseguró el técnico azulgrana, feliz por la conexión que desprenden las tres estrellas. «¿A ti que te parecen? ¿Que se buscaban o no?», interpeló en un par de ocasiones Luis Enrique a Sònia Gelmà, la periodista de RAC-1, que le preguntó por la búsqueda del gol de Messi.

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LA COMPRENSIÓN DEL TÉCNICO

Todo el Camp Nou detectó esa búsqueda. Y el técnico, también. Y los compañeros de Messi, por supuesto, empeñados como estaban todos en que la estrella se marchara tranquila al vestuario. Lo hicieron, eso sí, como precisó Luis Enrique con «el 3-0» ya instalado en el marcador del estadio. «Cuando el partido ya estaba resuelto buscan disfrutar todos. Y me parece bien», asintió. Por eso, justo segundos después de que Messi estrellara un maravilloso zurdazo en el larguero de Rulli, el excelente portero de la Real, el Camp Nou entendió su misión. «¡Messi, Messi, Messi...!», empezó a corear la gente, consciente de que el 10 todavía no daba por concluido el partido. Por muy resuelto que estuviera. También Neymar y Suárez, sus dos aliados en el ataque, entendieron el mensaje. Y después de una soberbia jugada del brasileño, llegó lo que todos esperaban. El gol de Messi. A puerta vacía. Pero valía tanto, a pesar de que era el 4-0, como uno de esos goles messiánicos que dan la vuelta al mundo. Así lo celebraron los tres, con esa íntima complicidad que han construido en el vestuario, y que luego exportan en el campo.

La dimensión del tridente no solo se puede explicar con la potencia de sus inalcanzables cifras para el resto de los delanteros. Neymar es el 'pichichi' de la Liga con 14 goles en 12 partidos. Suárez, a lo suyo. Suma 12 tantos en 12 partidos. Y Messi, entretanto, y después de estar ocho semanas de baja, suma solo 4. Diríase que es el mundo al revés.

Antes, el Barça dependía casi exclusivamente del 10; ahora, en cambio, ha vivido de maravilla con el 11 y con el 9. Treinta de los 33 goles le pertenecen. Pero se necesitan los tres. Se necesitan tanto que Messi le regaló el balón a Neymar para que tirara un penalti al Roma. Lo falló. Pero Neymar, que pudo completar un triple sobre la Real, sabía que no era ese su verdadero objetivo. Ni tampoco el de Suárez. El objetivo real era que marcara Messi. Y lo consiguieron ambos. Por eso, los tres se fueron felices.