Remontada de mérito

El Barça reacciona al gol del Borussia tras recuperar el dibujo original y mantiene el liderato del grupo

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JOAN DOMÈNECH / MOENCHENGLADBACH

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Nunca fue fácil ganar en Alemania y al Barça le costó horrores regresar indemne de Moenchengladbach, evitando un disgusto como el que había recibido la noche anterior el Madrid en Dortmund. El Barça se vio en la necesidad de remontar el marcador para mantener el liderato. Lo consiguió conservando la cabeza fría mientras en Glasgow se desataba la locura entre el Celtic y el City.

Lo consiguió, también, cuando recuperó el perfil habitual en el campo, la fórmula tradicional, que todavía funciona: con tres delanteros. Aunque ninguno de los tres marcó, y la salvación llegara por el discutido Arda Turan, que ya se habrá ganado el favor de la hinchada con los cinco goles que ha anotado, y Gerard Piqué, más atinado en el área alemana que en la propia.

EL VIEJO CAMPEÓN DE EUROPA

Turan rescató al Barça, que sufrió para domesticar a los potros, el apodo de los alemanes, que salieron de estampida en el primer tiempo cada vez que recuperaban el balón. Con la maña de la experiencia, el cuadro azulgrana domó al Borussia, demasiado inexperto en el tú a tú con el viejo campeón de Europa: solo faltaban Alves y Messi. Solo se notó una ausencia. La del 10.

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Luis Enrique buscó otra fórmula en el segundo partido sin Messi, como si Rafinha no se hubiera ganado el puesto en Leganés o Gijón. Quiso hurgar en las peculiaridades del Borussia, que defendía con tres atrás y cuatro centrocampistas por delante. No hubo extremo derecho en el Barça. Ni extremo izquierdo. Hasta que entró Rafinha con el 1-0 adverso.

SIN EXTREMOS Y MEDIAPUNTA

No jugó Messi, pero sí Neymar, que fue el eje del cambio ofensivo y quien más responsabilidades tuvo. Y también jugó Paco Alcácer, la gran novedad del once inicial después de debutar y desaparecer ante el Alavés. El cuarto delantero ascendió un escalón y fue el tercero. Suficiente para ser titular. Y como Alcácer no es extremo, tampoco jugó de extremo. Es un 'nueve' y ejerció de nueve, al lado del otro nueve, coincidiendo por primera vez en el césped con Luis Suárez. Los dos cohabitaron en el centro. Junto con Neymar, que acudía a buscar el pase corto de los centrocampistas. El más débil, o sea Alcácer, desapareció a la hora de tomar medidas drásticas.

Un par de buenas ocasiones supo organizar el Barça en la fase inicial, ambas a cargo de Luis Suárez, que se equivocó en la primera por un exceso de generosidad en darle el gol a Alcácer, pero acertó en la segunda con un gran remate que desvió Sommer. El dispositivo azulgrana supo forzar el desconcierto en el Borussia cuando jugó con velocidad, pero también pagó las consecuencias: la velocidad aumenta el riesgo y la cantidad de errores en el pase.

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SIN PENSAR

Ni un segundo se paraba a pensar el Borussia en cuanto tenía el balón. Disparados salían sus dos carrileros (Traoré y Wendt), que ni siquiera tenían que retroceder para cerrar la banda. Por el exterior el Barça nunca atacó: ni con los laterales (un par de subidas de Sergi Roberto y  Alba) ni con los medios (Rakitic e Iniesta y luego Arda buscaron el pase interior) ni con los delanteros, triangulando por el centro.

Corrió más rápido el Borussia, pero corrió con más sentido el Barça en los 90 minutos siguiendo el criterio del entrenador. Arda nunca se distinguirá por su velocidad, pero supo insinuar una ruptura a Neymar para que le sirviera un balón de oro. Necesitado de reivindicarse, fusiló a Sommer sin mirar ni buscar a nadie.  

Una pérdida de un acosado Piqué ocasionó el primer susto y otra de Busquets, rodeado por dos contrarios, generó un meteórico contraataque culminado por Thorgan Hazard, el segundo  la zaga y bastante bien dotado como su hermano mayor Eden Hazard. Corrió tanto el potrillo que acabó agotado y sustituido.

RECUPERADA LA ESTABILIDAD

El tres contra tres por el centro que buscó Luis Enrique no resultó porque los cuatro centrocampistas alemanes montaron una tupida barrera que supo reducir los balones que recibía el novedoso tridente barcelonista más allá de mantener alejado el peligro de su área.

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El entrenador fue removiendo a los tres delanteros de acá para allá, restaurando incluso el dibujo habitual con dos hombres abiertos: la viaje fórmula. La posterior entrada de Rafinha restauró definitivamente el dibujo. Recuperada la estabilidad, recuperó el Barça la iniciativa y cimentó la remontada del marcador. Más valiosa de lo que parece. Para empezar le permite mirar desde las alturas a los demás. Al City, por ejemplo, el rival de los dos próximos encuentros y con el que se disputará el liderato final.

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