El Barça sobrevive tras pulsar el 'botón nuclear' de Messi (1-1)

El argentino fue decisivo en media hora cuando todo parecía perdido

Pedro celebra el gol con Villa (izquierda) y Alba.

Pedro celebra el gol con Villa (izquierda) y Alba. / AF

EL PERIÓDICO / Barcelona

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El paracaídas de emergencia salvó al Barça.Leo Messi, el mejor del mundo, saltó al campo cuando faltaban 30 minutos para que se consumara la catástrofe y, medio cojo, infló las velas del equipo y lo acabó llevando a las semifinales de laChampions. Serán las sextas consecutivas, algo que ningún otro equipo de Europa puede decir. El Barça las pasó canutas ante elParís Saint Germain, y solo la presencia del argentino, decisivo en el golazo de Pedro a 19 minutos del final, evitó la eliminación (1-1).

ElBarçasalió como un flan y su primera parte fue una oda a la imprecisión y el desmadre. Valdés tocó más pelotas que Xavi (y menos mal), la pista definitiva para adivinar el calibre del calvario. En términos de posesión y control, esos 45 minutos fueron malos de salir corriendo. Cada inicio de jugada acarreó un amago de infarto. Busquets y Xavi quedaron aislados hasta desdibujar como nunca la naturaleza posesiva del Barça, que aun así llegó al área del París SG e incluso se acercó a la docena de disparos a puerta, casi todos insulsos, flojos y sin dentadura.

Valdés, desfibrilador en mano, mantuvo al equipo con vida con cuatro intervenciones de las que añoraremos cuando ya no esté. Valdés, Alba (eléctrico tapando boquetes del desaguisado defensivo) e Iniesta (flotando por encima del desastre, el único con capacidad de inquietar a Sirigu) fueron los clavos a los que agarrarse. Pero faltaba el martillo.

La coraza abollada

El atrevimiento delParís SG, que a ratos tuvo hechuras de gran equipo, acogotó al Barça, que nunca juega a defender y que se vio obligado a hacer lo que no sabe. El mejor escudo es no ponerse al alcance, vendría a ser la idea, pero la coraza salió muy abollada. De hecho, lo raro fue que el Barça no estuviera ya dentro del ataúd cuando llegó el descanso. Sobrevivió pese a que el cuadro deAncelottilo encajonó en callejones oscuros y muy peligrosos por los que merodeaban, amenazantes, Lavezzi, Pastore, Ibrahimovic, Moura...

Y cuando lo peor parecía haber quedado atrás y el descanso se presentaba como una bendición, el Barça se encontró con el puñal en el pecho en cuanto dobló la primera esquina del segundo tiempo.Pastorecorrió al encuentro de un pase de Ibra y superó a Valdés con la zurda en su salida (minuto 49). La sensación no podía ser peor en el Camp Nou. Confusión a bordo y un excelente rival delante.

Raro en el banquillo

Entonces,Titotuvo que apretar el botón nuclear:Messi. El argentino llevaba una hora comiéndose las uñas, inquieto como jamás se le ve cuando está en el césped. El banquillo es un sitio demasiado raro para él. Salió y el griterío en el estadio fue memorable. Fue un estallido de fe. Messi llevaba una hora comiéndose las uñas pero su garra es de otra especie y los cuatro balones de oro pesan en el ánimo del rival, así que el pánico cambió de bando. Y Messi hizo una de las suyas: agarró una pelota en la zona caliente y encontró aVilla, quien vio de reojo aPedrocon el cañón armado y le dejó la bala. El zurdazo del canario --su primer gol en estaChampionsllegó cuando más falta hacía-- demolió la red del conjunto francés, que se desgajó ya para siempre (m. 70). Messi, aun muy mermado físicamente, exhibió su grandeza. Controló el juego y, en suma, su mera presencia actuó como una pastilla sedante para el Barça más desquiciado que elCamp Nou había visto en mucho tiempo.

Todavía hubo, sin embargo, larguísimos minutos de agonía con algunas flores brotando en tan agreste terreno.Iniestase inventó una jugada fabulosa, con un reverso ante Alex y un disparo que se marchó fuera y que, de haber entrado, habría mandado al manchego al olimpo absoluto. Allí donde vive Messi.