SEMIFINALES DE LA LIGA DE CAMPEONES

El Barça, a la puerta de Berlín

El equipo azulgrana sentencia al Bayern en una arrebato genial de Messi y da un paso de gigante para jugar la final

Los jugadores del Barça felicitan a Messi, tumbado sobre el césped, tras uno de sus dos goles ante el Bayern en el Camp Nou

Los jugadores del Barça felicitan a Messi, tumbado sobre el césped, tras uno de sus dos goles ante el Bayern en el Camp Nou / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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En el despacho de Guardiola en Múnich, donde pasa horas y horas rascándose la cabeza mientras imagina pases y más pases, también hay un momento en que se le enciende una luz, o escucha un chasquido, como en el Camp Nou, la señal de que ha encontrado lo que buscaba. Pero ni en ese rincón ni en ningún otro, sea donde sea, ni él ni nadie escucharán el clic que pueda acabar con quien Pep ya dijo que era imparable: Leo MessiEl '10' dejó al Barça a la puerta de Berlín (3-0), con el Camp Nou coreando su nombre, y Guardiola sabiendo lo que ya sabía. Que con Messi, no hay nada que hacer.

Messi da y quita la gloria, como ocurrió este miércoles, cuando decidió que se había acabado tanto perdón y tanta igualdad. Alzó la vista, miró a lo lejos, oteó quizá la Puerta de Brandeburgo, y en apenas tres minutos metió al Barça y a todos los culés en un túnel vertiginoso que les condujo directamente a Berlín. Ahí están, obligándose a ser prudentes cuando, en el fondo, el corazón y la cabeza les dice que ni Guardiola, ni el Bayern, ni Alemania entera les pueden apartar del camino. Con Messi, no. "A Messi no se le para, a Messi no se le para", repitió en la víspera. Y no le paró. Ni Boateng, ni Neuer, ni la defensa entera. Cuando el Bayern estaba cerca de aguantar de pie, acariciando el 0-0, con el balón en los pies, tocando y tocando, después de haberlas pasadas canutas al principio, Leo desató un tsunami. Fue tremendo.

Seis años atrás, tal día como el 6 de mayo, Guardiola corrió la banda de Stanford Bridge celebrando el gol de Iniesta, el gol que abrió el camino de los seis títulos y del mejor Barça de la historia. Este miércoles, quien corrió enloquecido fue Messi, y detrás suyo todo el equipo y todo el Camp Nou, mientras Pep contemplaba la escena golpeado por esos dos goles de quien hasta entonces parecía no estar. Estaba y lo sabía.

La camiseta de la Juve

Y si le quedaba una pequeña esperanza, Neymar se la arrebató en el último instante, cuando el Bayern se fue arriba. El balón le llegó a Messi, y esta vez, se lo mandó al brasileño. El tercero, la sentencia, y la locura en el Camp Nou, que acabó gritando, cantando, brincando, como si ya estuviera en Berlín, soñando con el triplete, el mismo que conquistó con Guardiola y que Luis Enrique, también en su primer año, tiene en la punta de los dedos. Ahora, más que pensar en la vuelta y en el Bayern, muchos culés se pondrán hoy mismo la camiseta de la Juventus. Pero el Madrid no está tan muerto como el Bayern, y ya ha empezado a invocar a los espíritus para dentro de una semana en el Bernabéu. Y paralelamente, la Liga seguirá en juego. Es imposible imaginar lo que puede ser un clásico en la final, lo nunca visto, una cita insuperable en la historia.

De momento, el Barça marcha por delante en todo y aparece como un equipo invencible, por más que este miércoles no siempre lo pareció. Tuvo que ser Messi quien desempatara lo que era un duelo tan intenso que, por momentos, resultó tan agotador en la grada como en el campo. Cualquier comparación con el espectáculo de Turín queda malparada. Los 95.000 espectadores vivieron montados en una montaña rusa, que les dejó sin aire más de una vez y les obligó a cerrar los ojos ante tanto vértigo, en un partido jugado por valientes, en el césped y en banquillo, lejos de los miedos del día antes en Turín.

Un Camp Nou entregado

El Camp Nou se entregó de principio a fin a los suyos, sin apenas pararse a honrar a Guardiola, un gesto difícil en medio de la parafernalia de la Champions. Había demasiado en juego como para hacerle un hueco a Guardiola, sentado en el banquillo que nunca antes había ocupado, moviendo los brazos en sentido contrario, señalando a los suyos el camino para intentar parar al Barça. Estuvo cerca de hacerlo, aunque en el primer tramo si el Bayern se mantuvo vivo fue gracias a un gigante: Neuer.

Un gigante que acabó sucumbiendo a los pies de Messi, las dos columnas sobre las que se sostiene este Barça igual que sostuvo al de Guardiola. Y parece que va por el mismo camino de aquel, decidido a recuperar la hegemonía perdida, después del fracaso cada día mayor que supuso la apuesta de Tata Martino, y a volver a conquistar Europa. Este miércoles, dio un paso más ante quien un día les llevó a la gloria en lo que tiene un aire simbólico. "A Messi no se le para, a Messi no se le para...".