EL PARTIDO EN EL CAMP NOU

El Barça no puede con el Sevilla ni de penalti en el último minuto (0-0)

Messi falló la última ocasión del once azulgrana, que se estrelló ante un excepcional Varas

El portero Varas detiene el penalti lanzado por Messi

El portero Varas detiene el penalti lanzado por Messi / periodico

JOAN DOMÈNECH / Barcelona

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AlBarçale faltaron goles el miércoles en laChampions y más le faltaron anoche ante elSevilla.El cómputo de ocasiones fue muy similar, pero el equipo se quedó seco, como si hubiera agotado en las festivas goleadas de septiembre su inspiración y, por qué no decirlo, la pizca de suerte imprescindible para transformar alguna de las muchas que fabricó. Falló lo indecible. Hasta la más fácil. Un penalti. El primer penalti de la Liga. Y en el último minuto, que habría dictado sentencia. Solo habría necesitado ese golito para batir a un defensivoSevilla, que acreditó su solvente inicio saliendo del Camp Nou tan invicto como el Barça.

En realidad, lo que se produjo en el último minuto fue el derribo de Cáceres a Iniesta. Hasta que chutó Messi pasaron muchas cosas. Entre ellas, las protestas sevillistas al árbitro y al juez de línea, el paseo de Kanouté por delante del punto fatídico, el desplazamiento del balón cuando ya estaba colocado y un tumulto fuera del área con el maliense deseoso de llevarse la roja.

Mil fracasos

Descentrado, o más descentrado de lo que estuvo toda la noche, Messi tiró al costado izquierdo de Javi Varas y el meta, excepcional, tanto como durante el resto de la noche, lo desvió. Del mil maneras lo probó el cuadro azulgrana y de mil maneras fracasó. Hasta en esa.

También lo probó de mil maneras Guardiola removiendo el equipo, cambiando de dibujo e introduciendo cambios. Y se estrelló, igual que sus hombres ante «el maestro del orden defensivo» como había etiquetado al técnico del Sevilla.

El dibujo de las goleadas

El azulgrana recuperó el 3-4-3, que no utilizaba desde las goleadas ante el Villarreal, Osasuna y Atlético. No hay una relación directa entre el dibujo y el marcador, como se comprobó. Creyendo la palabra de Marcelino de que jugaría con un delantero (Del Moral), Guardiola cargó la proa.

La ductilidad de jugadores como Adriano abre un amplio abanico de combinaciones. El brasileño jugó el miércoles de lateral izquierdo y anoche empezó de extremo derecho, pero volvió a la defensa cuando Guardiola comprobó que el equipo se atascaba. Sucedió antes de la media hora. Moviendo una sola pieza, el Barça cambió de dibujo y le dio una marcha más al partido. Atacó mejor con menos jugadores por delante del balón, ya que vació el terreno, repleto de gente. Sobre todo de sevillistas.

El suplente ha aprendido

Como era de esperar, no salieron apenas de la cueva, aunque Navas obligó a Valdés a lucirse con una portentosa parada. Tres 4-0 y un 5-0 en sus últimas visitas justificaban el miedo. Javi Varas, el eterno suplente de Palop, se ha hecho mayor y ha completado el aprendizaje para defender la inmensa portería del Camp Nou, muy bien acompañado, por lo cerca que estaban, de sus centrales.

El Sevilla no había perdido en la Liga y con solo cuatro goles encajados, los mismos que el Barça, anunciaba un duelo con pelea. Nada que ver con la plácida noche europea del Viktoria. La hinchada no se incomodó, acostumbrada como está a aplaudir goles desde el primer cuarto de hora. Pasó el primero, el segundo y el tercero y apenas pudo gritar un par de veces antes de enmudecer con Varas. Se traspasó el quinto, se superó el sexto y gritó muchas veces más. Pero nunca el gol. Ni el sobrehumano Messi fue capaz.

Sin puntería

Un quiero y no puedo fue el Barça, que acabó con toda la artillería tras las entradas de Pedro y Cesc, que reaparecía. Por insistencia, por proximidad y por el cansancio del Sevilla, el encuentro derivó hacia un asedio formidable. Las ocasiones se sucedían con la frecuencia de un tren de cercanías. Pero, como sucede a menudo, la puntería falló como la puntualidad. Un palmo más un palmo menos, una décima antes o una después, al Barça le faltó la precisión necesaria. La imprescindible. La mínima dosis.