El tridente ejecuta al Arsenal
El Barça se presta a un partido de ida y vuelta fiándose de la pegada de su delantera (3-1)
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
JOAN DOMÈNECH / BARCELONA
Salvada la eliminatoria en la ida, solo los pequeños récords que poco importan a Luis Enrique estaban en juego sobre el césped. El Barça conservó esas rachas que forjan la trayectoria de un campeón aunque pudo perderlas por el indisimulado exceso de confianza que mostró ante el Arsenal. Marcó cuando quiso. Cuando lo necesitó. Cuando creyó verse en apuros.
Salió atacando el Barça y, digeridos los dos primeros sustos, Neymar inauguró el marcador. Empató el Arsenal y un cuarto de hora después anotó Luis Suárez un golazo que compensó el frío y el agua que empapó a la hinchada.
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El día más desabrido, con las peores condiciones meteorológicas y la menor emoción por el desenlace del partido, se firmó la mejor entrada de la temporada europea. También la décima victoria consecutiva de local en la Champions y el 38 partido sin perder. No faltó el gol de Messi para que los tres del tridente rieran por igual. Llevan ya 106 goles; 122 juntaron la temporada pasada.
DOMINIO VISITANTE
No le quedaba otra al Arsenal que salir desde el inicio en busca de un fogonazo que generara algo de incertidumbre. Se apropió del primer balón nada más sacar de centro y quiso mandar, aunque solo fuera por salvar su imagen. Lo consiguió porque el Barça le dejó. El equipo de Luis Enrique se recostó atrás para estudiar cómo se perfilaba el rival y detectar los huecos que se abrirían.
Jugar así a los azulgranas es casi suicida a menos que se le imprima velocidad y pasión al juego. El Arsenal es un conjunto académico y formal y así se expresó. Salió con ambición pero sin efusividad y recibió el gol antes de marcarlo. No cambió de idea porque había metabolizado su futuro: estaba perdiendo desde hace tres semanas.
UNA MÁXIMA CONTRASTADA
Tenía poca fe, para qué negarlo, y la perdió pronto, al filo del cuarto de hora. En la segunda conexión del tridente. Sin necesitar mucho, con apenas dos combinaciones, el Barça acomplejó al Arsenal. La primera, entre Neymar y Messi, la salvó milagrosamente Ospina; la segunda; un minuto después, entre Suárez y Neymar, terminó en la red.
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Así se expresó una máxima, una condición ya sabida y contrastada a la que se enfrenta cualquier rival azulgrana: la pegada del Barça es descomunal. Bastó ese gol, porque el trabajo relevante se cumplió en Londres. El Barça ataca con tres y eso le basta: el Arsenal percutió con seis jugadores y con todos ellos solo soltó salvas, puro fogueo.
DOS PARTIDOS EN UNO
Hubo dos partidos, y los dos los ganó el Barça. El choque empezó y acabó partido. Medio equipo jugó con el Arsenal a un toma y daca, la mayor parte del tiempo en la parcela local, y los tres delanteros se enfrentaron a los cuatro defensas ingleses (aunque ninguno lo era). El respaldo donde se apoya el tridente, sin embargo, tiene más consistencia que el Arsenal.
Todo lo contrario que el Barça, pletórico y entusiasta que ni se acuerda del último día que se vio en apuros y mucho menos de la última vez que perdió. Confiado en el colchón de la ida y lo mucho que le sonríe la vida, se pasó la noche sesteando, ahorrando esfuerzos. Unos atrás y otros delante. ¿Y los de en medio? Corriendo sin parar, arriba y abajo. Luis Enrique tuvo que sustituir a Iniesta y a Rakitic, destrozados por el trote.
SIN LLEGAR A TIEMPO
Los interiores sufrieron más que nadie la ida y vuelta de los 90 minutos. Ni llegaron a tiempo de ayudar a defender ni les quedaron fuerzas para apoyar el ataque. Pero contra lo que pareció, la pelota estuvo más en poder del Barça que del Arsenal, que buscó el ataque con rapidez sabiendo que el reloj también jugaba en su contra. Le faltó claridad al cuadro inglés, cuyas mejores oportunidades fueron un tiro de Wellbeck al larguero y una doble parada de Ter Stegen a sendos remates de Alexis y Giroud.
Ese es el tridente del Arsenal. No existe una comparación posible. En realidad, en ninguna demarcación aunque Bellerín, el lateral derecho y exbarcelonista, exhibió su velocidad. Pocos argumentos para echar al campeón.
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