El referente

Messi, tres en uno

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Conociendo a Leo Messi, como lo conoce Pep Guardiola, no se marchó tranquilo a casa. Feliz, eso sí, porque el Barça volvió a ganar con una exhibición futbolística. Alividado, de nuevo, porque resistió la dureza del Málaga. Pero tranquilo, lo que se dice tranquilo, no demasiado porque Messi se fue sin celebrar ni un solo gol. Y eso que el equipo azulgrana logró anoche cuatro tantos. Pero la estrella se quedó seca, aunque dejó, de nuevo, detalles de su generosidad.

No únicamente por su asistencia a Villa, es la séptima de la temporada, o sea la mitad de los goles del Guaje nacen de sus botas, sino porque exhibió una muestra más de su ductilidad táctica. Ante el Málaga, en la pasada temporada, a fines de febrero del 2010, empezó la gran revolución táctica. Más bien, diríase que aquello fue la mutación de Leo.

Asistente, cerebro y ...

Desde aquel día, cuando Guardiola sacó de la banda derecha a Messi para darle toda libertad táctica, el Barça encontró a tres jugadores en uno solo. O, en realidad, a tres estrellas encerradas en un diminuto cuerpo de pulga. A veces, Messi es asistente (ayer sin ir más lejos) y no solo por el pase que dio a Villa sino porque el 3-0, el de Pedro, también nació en un pase suyo a Iniesta, rechazado posteriormente por Sergio Asenjo antes de que el delantero canario estuviera listo como siempre. A veces, Messi es goleador. Lleva ya 18 en las 16 jornadas que ha disputado superando así todos los registros personales que había alcanzado antes el jugador argentino. Con Guardiola siempre ha ido a más.

«El míster me dijo en su primera reunión conmigo que iba a meter cuatro o cinco goles», desveló esta semana Messi. Algo exagerado debe ser este entrenador, debió pensar la estrella. No iba, sin embargo, nada desencaminado. Desde fines de febrero, desde el Málaga del 2010 hasta el Málaga del 2011, se ha visto al Messi más desatado que se recuerda en la historia del club, por lo que no solo se ha llevado dos Balones de Oro a la estanteria de su casa. Es asistente, cerebro y goleador porque además es invisible para cualquier defensa. Ayer, por ejemplo, estuvo más lejos que de costumbre del área andaluza.

Pareció Messi ser más un interior, incluso un organizador, que un falso delantero centro ya que apenas pisaba el área. Pero estando donde estaba, más cerca de Iniesta y Xavi que de Villa o Pedro, generaba lo que siempre le ha pedido Guardiola: llegar al área. no vivir en ella. Y eso que en dos ocasiones sus disparos toparon con el cuerpo de Sergio Asenjo demostrando que anoche no era su día con el remate. A pesar de que el equipo estuvo generoso con él. Como debe ser. Si Messi le da, el equipo también le ayuda. Pero anoche no era la noche, con el gol no.

Curiosamente, el Barça vapuleó al Madrid de Mourinho con una manita inolvidable. Y Messi no marcó. Fueron cinco goles y dos asistencias de Leo. Ayer, más de lo mismo. La prueba definitiva de que lo que parecía un simple movimiento táctico («Leo, deja la banda, véte al centro», le dijo Guardiola) fuera el motor de una verdadera revolución. ¿Por qué? Porque encontrar un Messi es casi imposible. Y hallar tres parecía una utopía. Tres Messi por uno.