LA COPA

Messi habla en el campo

La estrella marcó tres goles con Xavi e Iniesta como socios y el Barça aplastó a un valiente Betis

Messi posa con el Balón de Oro antes del partido junto a Iniesta y Xavi.

Messi posa con el Balón de Oro antes del partido junto a Iniesta y Xavi.

DAVID TORRAS / Barcelona

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A ver si resulta que todos los que decidieron darle el Balón de Oro a Leo Messi no estaban tan equivocados. Anoche, al tipo al que algunos se han empeñado en discutir su hegemonía, le dio por darles un lección. Mal andan si van picándole el orgullo. Allá ellos. Messi les mandó un mensaje como solo él sabe hacer, Metió tres goles en un plisplas, abrió las puertas de las semifinales de Copa y descerrajó un partido que andaba cuesta arriba y que acabó con otra manita ante un valoroso Betis que murió con las botas puestas.

El partido tuvo un final inesperado porque Messi así lo quiso. En cuanto se conectó, se acabó lo que se daba y dejó la eliminatoria liquidada para desgracia de cuantos anda buscándole las cosquillas. Mal camino. Él fue el ejecutor, pero tuvo dos socios excepcionales, los mismos que le acompañaron en Zúrich y con quienes compartió el Balón que tanto merece. El primer gol le llegó de un pase de Iniesta y en el tercero el tiralíneas se lo dibujó Xavi. Uno para todos y todos para uno. Así es este Barça por mucho que les duela a los que llevan día tras día intentando desmontarlo. Ayer, igualó el récord de 27 partidos invicto que ostentaba el Barça de otro Balón de Oro, el Barça del 73-74, el Barça de Cruyff.

VALIENTE MEL / Total, que lo que era un partido áspero e indigesto, que hasta que apareció Messi se sostuvo gracias a las manos de un inmenso Pinto, derivó en otro festival. En cuanto el Barça se desató, en cuanto arrancó el torbellino, el Betis cayó hecho pedazos. Jugó como nadie y perdió como todos. Pero hay que decir que se comportó como un valiente y tuvo narices de jugar como nadie osa hacerlo en el Camp Nou.

Nada de echar el culo atrás, nada de taparse. Mel envió a sus hombres tan arriba como Guardiola hace con los suyos. Fue un acto de rebeldía que le valió incluso para pelearle el balón al Barça. Inaudito. Cuando Pinto se disponía a sacar de puerta, las piezas verdiblancas daban un paso al frente en una imagen nunca vista. Lo que no se atreve a hacer ningun Primera, lo hicieron ellos, con una pulcritud y un buen gusto dignos de admiración, que mantenían cuando tenian la pelota. Ni un balonazo, ni un pase al tuntún. En las comparaciones con casi todos los rivales, el Betis salió ganando. Pero le dio para aguantar una hora, hasta el 2-0. Después, el vendaval.

La sentencia pudo llegar antes, es verdad. Pero, igual que Pinto, Casto llegó a casi todo. En esa larga búsqueda, el Barça se enredó más de la cuenta. Sin la finura de siempre, el equipo andaba atropellado, con problemas para engancharse y escapar de esa tela de araña que se mantenía firme en todo el campo. Bien colocado, el Betis necesitó mucho menos que la mayoría para ir aguantando. Hizo mucho más que eso, hasta el punto de que llegó a arrancar «olés» entre su festiva afición. Entonces, el Camp Nou no imaginaba que acabaría haciendo la ola, rendido una vez más a Messi y compañía.

EL ACELERÓN / Con problemas para sacar el balón ante ese presión constante el Barça tuvo instantes de desconexión, con Alves en primera fila. Precisamente, para dar mejor salida, Guardiola retrasó después a Busquets y poco a poco el campo se fue abriendo al paso del balón. Pero incluso en esa situación, el Betis tuvo a tiro el empate en dos o tres disparos que rechazó Pinto, providencial en una competición que parece hecha a su medida. Y, entonces, llegó el acelerón de Messi, que ya había surgido en el momento preciso, justo antes del descanso. Iniesta le regaló un balón y en cuanto lo tocó, lo convirtió en oro, levantándole con un suave toque sobre el portero. Pero no se detuvo ahí. Menudo es él. Así que metió dos más.

El Betis no iban tan equivocado al querer cambiar el orden de los partidos. Con el 3-0, bajó los brazos y adiós. Pedro y Keita, tras otra asistencia de quien también es un Balón de Oro, Iniesta, sellaron un castigo excesivo. No merecía la misma condena que el Madrid tras comportarse con mucha más valentía. Pero este Barça devora. Y eso que dicen que el Balón de Oro ha llevado la discordia del vestuario. Que sigan así de enfadados hasta final de temporada. H