El ambiente ciudadano

La noche de los bares

Los locales del Eixample de Barcelona estaban reservados desde hacía 15 días

TRES ATMÓSFERAS 3 Arriba, el cruce del paseo de Sant Joan con la Diagonal, a la media hora de partido. En el centro, el bar Wembley de la calle del Consell de Cent de Barcelona; y abajo, el marco tradicional de Caneletes.

TRES ATMÓSFERAS 3 Arriba, el cruce del paseo de Sant Joan con la Diagonal, a la media hora de partido. En el centro, el bar Wembley de la calle del Consell de Cent de Barcelona; y abajo, el marco tradicional de Caneletes.

SERGI LÓPEZ-EGEA / Barcelona

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Los lunes acostumbran a ser días de persianas caídas en el gremio de hostelería. No hay mucha clientela. Es jornada de resaca. ¡Uf! Pero si hay clásico en el menú, como anoche, es algo así como si hubiera caído el gordo. Locales llenos, chavales que casi disfrutaron como si hubieran ido al Camp Nou, pitos a Cristiano y a Mourinho. ¡Viva la fiesta!

Si uno se movía en una periferia de apenas 200 metros, ¿que veía? Almas en pena. Eran los chicos que no había sido previsores -bastantes extranjeros, por cierto- y que comenzaban a desesperarse, con apenas 15 minutos para que diera inicio el encuentro, porque en ningún local los dejaban entrar porque no tenían reserva. «Desde hace 15 días tengo el local lleno. Ya no puedo admitir a nadie más», explicaba Fer, dueño del 55, del paseo de Sant Joan de Barcelona. Lo mismo contaban Paco y Marcela, responsables del Xapakó de la calle del Consell de Cent. Si uno ocupaba una mesa, debía liberarla antes de las 9. «Si tengo un local tres o cuatro veces mayor, lo lleno igual», decía Marcela.

Y lo mismo en el Wembley, otro santuario culé en esa parte del Eixample. La persiana estaba medio bajada. Solo entraban los clientes habituales, los «amigos», tal como indicaban. Y los amigos eran muchos, muchísimos y todos vestidos de azulgrana.

Pero suerte tuvieron en un establecimiento cercano -mejor no dar el nombre porque bastante desgracia arrastraban-. Situado antes de llegar al paseo de Gracia, fue pillado in fraganti por la policía de Gol TV. No pagaban desde hacía meses y la señal de los partidos se ofrecía con truquillo. Los universitarios que allí se reúnen, en cuanto conocieron el incidente, buscaron un local por las cercanías. Tuvieron que andar un poco hasta que el Mariona de Ronda de Sant Pere, antes de llegar al Arc del Triomf, se apiadó de ellos. Allí vibraron con la manita.

Los bares no cobraban entrada. El 55, con un ambiente de fábula, por ejemplo, servía pizzas y bocatas al mismo precio de siempre. Otros, en cambio -como el Tapas Bar de Consell de Cent con Bruc- decidió ingresar un euro por las reservas y conceder el privilegio de una mesa a 19,90 euros el menú.

Ambientes parecidos hubo en todas las ciudades catalanas. Valga el ejemplo de Terrassa, en su zona olímpica. En establecimientos como La Cantonada de les Barriques, en la calle del Dibuixant Avellaneda, no cabía un alfiler mientras se degustaba el menú de tapas a 12,50 por persona con botella de vino incluida.

Y todo sucedió antes del peregrinaje a Canaletes. Acudieron unas 5.000 personas aunque hubo que lamentar la ruptura de uno de los brazos de los faroles de la fuente.