La relación institucional

Florentino sufre la peor derrota de su etapa

El dirigente blanco se quedó sin palabras tras encajar un 5-0 que sacude todo su proyecto

Rosell y Pérez, en uno de los abrazos que se prodigaron ayer en la comida de directivas de los dos clubs.

Rosell y Pérez, en uno de los abrazos que se prodigaron ayer en la comida de directivas de los dos clubs.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Benvingut al meu país»: Hasta en dos ocasiones repitió esta frase Sandro Rosell

mirando a su amigo Florentino Pérez. Eso era al mediodía, en la comida protocolaria de ambas directivas. Después, por la noche, Florentino se quedó mudo, sin palabra alguna, sacudido por una derrota que pone bajo sospecha todo su proyecto. La peor derrota nunca imaginada, que le emparenta en las noches negras del madridismo con Vicente Boluda, aquel presidente interino que pronosticó un «chorreo» y se llevó seis goles en su casa.

A Florentino le cayeron cinco con un equipo que él había construido. Despidió a Pellegrini, le pagó el finiquito y contrató a Mourinho para derrocar al Barça. En el primer duelo, los abrazos previos con Rosell, su amigo, quedaron después en una bofetada que jamás olvidará.

ABRAZO Y CAOS / No se había visto un abrazo así de un presidente del Bar-

ça a Florentino en la última década. Era obvio que Joan Gaspart, el presidente al que le quitaron la estrella de entonces (Luis Figo), no iba a fundir su cuerpo con el hombre que le quitó el alma emocional al Barça. Era evidente, también, que Joan Laporta, el presidente que le obligó a irse con la hegemonía del Barça en los siete últimos años (del 2003 al 2010), no era la persona adecuada para abrazarse con él. Florentino más bien lo evitaba. Laporta y Calderón sí que se llevaban bien.

Tal vez no tanto como Rosell y Florentino, quienes escenificaron en un club de tenis de la ciudad (el Real Club de Tenis de Barcelona) esa amistad labrada con paciencia durante años. Muchos años. «El fútbol no separa, el fútbol une», comentó el dirigente azulgrana antes de comer (un menú austero, acorde con la política de recorte de gastos implantada por la nueva junta). Donde no hay recorte alguno es en el fútbol que dejó desnudo a Florentino, atormentado porque jamás pensó que después del abrazo llegaría el caos.