ANÁLISIS

La hora de un nuevo proyecto para el Barça

El club apuesta por el relevo de Xavi Pascual y Joan Creus al frente del baloncesto tras la segunda temporada en blanco

LUIS MENDIOLA / BARCELONA

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La etapa de Xavi Pascual y Joan Creus en el Barça ha llegado a su fin, aunque al técnico aún le reste un año más de contrato. El secretario técnico lo hizo oficial en Barça TV. Queda solo el requisito, que la directiva hará en los próximos días, de ponerle fecha a la ruptura con el entrenador que, como todo proceso traumático, requiere el duelo, la adaptación emocional y, finalmente, la aceptación.

Han sido ocho años de Pascual al frente del primer equipo con resultados más que satisfactorios en los seis primeros (1 Euroliga, 4 Ligas, 3 Copas, 4 Supercopas), trabajando codo con codo con Creus, su 'alter ego' en los despachos, y también una lenta agonía en los dos últimos por escapar de las urgencias.

El fin de ciclo venía larvándose hace tiempo. Por los síntomas de agotamiento del proyecto, por la falta de identificación de la grada con el equipo y la pérdida de competitividad de una plantilla que ha cerrado en blanco los dos últimos balances contables, un déficit imperdonable en un bloque construido (con muchos recursos) para ganar.

El Barça, simplemente, ha querido agotar el crédito al que se había hecho merecedor Pascual, que ha acabado siendo víctima también de la fortaleza del Madrid, que vive con Laso una de sus mejores épocas.

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La victoria del conjunto madridista en la final de la Liga ACB, en realidad, es solo la constatación de una certidumbre que empezó a crecer con la eliminación en la Copa frente al Bilbao y prosiguió con la derrota en la Euroliga ante el Lokomotiv Kuban. Dos equipos de clase media baja tuteando al que no hace demasiado era una referencia en Europa. Solo por eso, es obligado para la junta azulgrana pasar página.

ERRORES EN LA PISTA Y FUERA

Es evidente que se han hecho muchas cosas mal desde el club a todos los niveles. Tanto en la pista como fuera. En los últimos años no han parado de entrar y salir jugadores (41 en ocho temporadas), un aspecto que no ayuda a consolidar ningún proyecto. Y las apuestas desde la secretaría técnica tampoco han sido siempre acertadas.

Si hablamos de este último año, solo Perperoglou y Ribas han tenido cierto protagonismo, pero ha sido decepcionante el papel de Arroyo, Lawal o Samuels o el escaso protagonismo de Vezenkov, Eriksson y Diagné.

La proyección de la cantera también se ha descuidado tanto o más que la consolidación de los jóvenes. La marcha confirmada de Eric Vila a la Liga universitaria de EEUU, cuando se trata del mayor talento salido en los últimos tiempos de la base, solo se explica por la falta de oportunidades para la gente de la casa, como los chicos del júnior, reciente campeón de la Euroliga.

Un ejemplo sangrante es de Álex Abrines, una de las grandes promesas de los últimos años en el baloncesto español, que no ha acabado de asumir un papel importante (su nivel no es mejor que el de hace un año) como tampoco lo ha hecho Eriksson que ha desperdiciado otra temporada en el banquillo.

Así que en ese sentido, también la culpa salpica al entrenador, que no ha sabido repartir roles y responsabilidades y sacar lo mejor de cada deportista. Demasiadas evidencias ante las que se hacía obligado actuar para impulsar un nuevo proyecto que devuelva al Barça a primera línea.