Atrapados en Bárcenas

Albert Sáez

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Solo en las primeras cincuenta págimas de las Memorias de José María Aznar salen más claves para entender el caso Bárcenas que en la peineta mil veces repetida por los programas de política rosa. La primera es sobre el alter ego del gerente del PP, Álvaro de Lapuerta, quien supuestamente recibía los donativos anónimos del PP junto a Bárcenas en un despacho de Génova. Dice Aznar: "Así fue como empecé a colaborar con el periódico La Nueva Rioja, cuyo accionista mayoritario era Álvaro de Lapuerta, quien unos años más tarde se convertiría, a propuesta mía, en el tesorero nacional del Partido Popular". Siempre me ha extrañado la ausencia de Aznar del relato oficial y de las investigaciones periodísticas sobre el caso Bárcenas. Y ahora resulta que la mitad de la verdad la tiene el hombre que metió a Aznar en política en 1979 por la vía periodística. Curioso. Pero todavía lo es más la escena que relata el mismo memorialista al inicio de su libro. El día que decidió que Rajoy sería su sucesor se reunió en La Moncloa con el interesado y tres personas más: Rato, Mayor Oreja y Arenas. Los tres protagonistas de la portada de La Razón de este lunes que anuncia a bombo y platillo que iniciarán acciones legales por las fotocopias de Bárcenas, horas antes que el exgerente vaya a declarar ante el juez. Ni el ganador de los Oscar hubiera diseñado mejor el guión. Dice Aznar: "Quería que mi decisión formase parte de un proceso lógico en el que, en la medida de lo posible, se respetase el orden natural de los liderazgos dentro del partido. Y eso significaba que la persona llamada a sucederme debía estar entre los tres dirigentes con más peso histórico y político en el PP: Rodrigo Rato, Jaime Mayor y Mariano Rajoy". Pongan la voz afónica de Marlon Brando en El Padrino a la escena y solo es comparable a la que se produjo en el último congreso del PSOE en Sevilla aquella madrugada en la que Felipe González, Alfonso Guerra y Manolo Chaves -el clan de la tortilla- llamaron a decenas de delegados del PSOE para que allí también se mantuviera el orden natural de los liderazgos y, tras el accidente de Zapatero, Rubalcaba recuperara el poder.

PP, PSOE, CiU y tantos otros siguen atrapados en la manera de hacer política que este lunes Bárcenas explicará ante el juez. Todos miran de reojo hacia ese juzgado para determinar hasta dónde y cuándo podrán hacer una voladura controlada de lo que acumulan. El pánico les narcotiza y siguen sin darse cuenta que esas mareas que salieron el sábado se los llevaran por delante. Y, si  ellos no lo remedian, se pueden llevar por delante también a la democracia y dejarnos en manos de una cobradora de sobres como Rosa Díez o de unos aprendices de espías de la CUP. Solo les queda hacerse el hara-kiri como el que hicieron las Cortes franquistas el 18 de noviembre de 1976. Antes de que aparezca nuestro Beppe Grillo a escena.