Al contrataque

Todos contra TV-3

ERNEST FOLCH

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La última ofensiva tiene el destinatario de siempre: TV-3. Ya se sabe que la televisión pública catalana es la eterna culpable de los males de Catalunya, y por eso estaba escrito que sería la cabeza de turco del éxito apoteósico de la Diada. A TV-3 se la ataca indistintamente desde fuera y desde dentro: algún fuego amigo, como el del político que atribuye periódicamente todos sus males al Polònia, es tan nocivo como la artillería externa. Esta vez el pecado de TV-3 es haber hecho un reportaje discutible sobre unos niños durante la Diada en el Info-K, un noticiario infantil, por cierto, reconocido internacionalmente.

Se puede debatir durante días si el famoso programa era ético o pedagógico o mejorable, pero me permitirán que no caiga en la misma trampa que nos tendieron con el linchamiento de aquel Bestiari. Asistimos una vez más a la hipocresía consciente del doble rasero: un niño habla de política en TV-3 y el mundo se hunde; lo hace en TVE y no es ni un breve. Y es que el enésimo ataque a TV-3, maquillado de histéricas peticiones de dimisión, no pretende iniciar ninguna discusión bienintencionada sobre cómo hay que acotar la presencia de la política en programas infantiles, sino algo mucho más primario. Esta vez se trata de demostrar como sea que la población catalana está siendo aniquilada por una maléfica televisión que reparte doctrinas separatistas. Resulta que sí, que los catalanes somos imbéciles y tenemos un coeficiente intelectual tan bajo que hemos sido científicamente manipulados. De hecho, ni nos manifestamos: nos mandan ir a una manifestación y nosotros se lo ordenamos a nuestros pobres hijos, así de corrompidos están nuestros cerebros.

El muro de la realidad

Todas estas teorías serían perfectas si no chocaran contra el muro de la realidad: TV-3 la mira cada día de media el 14% de la audiencia total de Catalunya. ¿Nos pueden decir entonces qué pasa con el 86% restante? Somos estúpidos, de acuerdo, ¿pero resulta que las otras cadenas, que ve una mayoría aplastante, no tienen ninguna capacidad de influencia? Digámoslo claro: a TV-3 no se le discute su sectarismo sino su independencia. La prueba es que se la acusa siempre de cosas contrarias a la vez: para unos es soberanista y para otros españolista, para unos es propalestina y para otros proisraelí, y así sucesivamente. TV-3 no es infalible, comete errores como todos, y no debe quedar exenta de ninguna crítica. Pero que quede claro que no la entregaremos al altar de los sacrificios de la indisoluble unidad española. Porque a pesar de todo TV-3 sigue siendo una televisión moderna, autónoma pese a los políticos que la han intentado manosear sin excepción cada vez que han llegado al poder, y cumple una función esencial, que es la de vehicular una lengua que pese a quien pese está aún en clara inferioridad. Algo demasiado sólido para que se lo lleve un vulgar vendaval.