Al contrataque

Decrecimiento

MANEL FUENTES

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Sin responsabilidad ni verdadero criterio de lo público solo podíamos crecer mal. Y ahora, decrecer peor.

Cuando no se distingue entre lo esencial y lo accesorio, en época de bonanza florecen los sinsentidos, que ahora caen con todo lo que habíamos construido sobre ellos. Productos y servicios que nunca fueron de primera necesidad ahora ven cómo se reducen sus márgenes, sus empleados y su espacio de tolerancia por parte de un mercado en caída que solo se abraza a lo que se aguanta por sí mismo, sin apalancamientos ni promesas futuras. Estamos en el hoy para hoy. En lo demandable hoy, lo tangible, lo cuantificable, lo real.

Se acabaron los negocios fraguados más desde el gintónic y el amiguismo que desde elbusinessen plan académico. Se acabaron eltu ja m'entensy elja ho trobarem.Se acabaron la mística, la indefinición, la fe ciega. Y, claro, cuando caen los parasinónimos de la confianza solo quedan en pie los básicos, que para una sociedad poco dada al rigor son básicos muy básicos.

Estamos en proceso de empequeñecimiento. De adelgazamiento de estructuras públicas mientras la letra pequeña de las privadas aumenta. De simplificación de las ideologías envasadas en los partidos mientras la calle queda huérfana de opciones que reclama. Lo que no nos funciona es el cómo, y así nos encallamos en el qué, sin llegar nunca al riguroso por qué.

La izquierda no transforma, la derecha inyecta dinero público en los bancos, los comunistas estaban en el consejo de administración de algunas cajas siniestras siniestradas, la reforma laboral no crea empleo sino que lo destruye, defendemos un sistema de pensiones insostenible tal y como está planteado sin que nadie lo haya querido reformar con justicia. El mecanismo de la política tradicional también ha entrado en crisis, y al desaparecer las expectativas todo lo que no sea blanco y en botella tiende a desaparecer. Viendo que no somos soberanos en lo económico por sobrendeudamiento propio y extrasolidaridad impuesta, en Catalunya hay quien se apunta a serlo políticamente. Y aun sin camino definido ni conocido muchos ven la consulta y la independencia más factibles que un giro económico a corto o medio plazo.

Salir de la indefinición

En este eje, desde el que todavía los partidos pueden hacer palanca para movilizar a la ciudadanía,Joan B. Cullaya escribió hace un tiempo sobre el difícil trance que debían recorrer el PSC y CiU para salir de su indefinición. Ahora todo parece decaixa o faixa.La semana pasada EL PERIÓDICO publicaba una encuesta según la cual ERC superaría a CiU si las elecciones se celebrasen ahora. Y días antes Duran Lleidaadvertía de que si uno abraza la marca de su adversario la gente se queda con el original. De todos modos, ¿quién tendría hoy más votos: la CiU independentista o la indefinicionista? Sea como sea, en época de recortes o todo cambia mucho o nos quedaremos en los básicos unionistas e independentistas, mientras un grueso cada vez mayor de la ciudadanía, ya que el sistema se reduce y simplifica, se quedará huérfano en representación. Con lo que encima deberán soportar que caiga sobre ellos la etiqueta de antisistema. Por lo visto, el decrecimiento también es mental.