entrevista con el cantante

Al Bano: "He luchado mucho por mi equilibrio mental"

NÚRIA MARTORELL / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Al Bano canta Italia es el último disco de ese artista que dejó de cantar a la Felicitá cuando la desgracia vapuleó a su familia al perder una hija. Pero él vivió la experiencia, dice, como un designio divino y como un aprendizaje que no quiere olvidar. Este sábado actuará en el Liceu.

-¿Cómo fue la selección de estas 20 canciones? Porque hay títulos que antes triunfaron en boca de Mina, Celentano, Modugno, Baglioni...?

-La dejé en manos de otros, porque yo no soy español y no sé qué gustaba aquí. Cuando cantas temas de otros nunca debes olvidar que han sido importantes para ellos y aportar una diferencia aceptable. Me ha gustado mucho cantar a Celentano, la Margarita de Cocciante porque ¡mamma mia, qué bella es! Estas letras me permiten sacar todas las energías escondidas y cómo las disfruto. Por ejemplo, me divierto mucho con Tu vuo' fa' l'americano de Carosone.

-Y usted que se ha atrevido con Puccini y Verdi, ¿qué le parece cantar este sábado en un templo de la lírica como el Liceu?

-Como algo maravilloso. Maravilloso. Además, la última vez que actué en Barcelona tuve una grata sorpresa, se presentó sin avisar mi hija, a la que hacía seis meses que no veía. En un lugar como el Liceu sientes que hay almas que viajan por todo el teatro, tienen una magia especial.

-A los 16 años emigró a Milán tras los pasos de Modugno. ¿Cómo recuerda ese viaje iniciático?

-Tienes que imaginarme en esa época en la que vives de sueños para sobrellevar una realidad demasiado dura. Yo vivía al aire libre, en un pueblecito cercano a Brindisi, con el afecto de mis padres, pero no era suficiente para un chico que estaba creciendo mentalmente y que tenía un ejemplo a seguir. El de ese hombre que marchó de nuestra tierra y cosechó un éxito increíble ganando el festival de San Remo con Volare. Entonces creí que todo era posible, también para mí. No tuve duda alguna de que este debía ser mi proyecto.

-Y pronto acarició el éxito, aunque antes topó con una cruda realidad.

--Sí. En la escuela me explicaron la geografía de Italia, pero no lo difícil que supone vivir la realidad de una ciudad como Milán, con otro acento, con otra manera de vivir. Nací una segunda vez. Corté mi cordón con la certeza de que tenía un destino; buscando la incógnita de la vida.

-Usted precisamente parece haber vivido muchas vidas (y tres matrimonios). ¿Qué anda buscando?

-Estoy siempre en busca de una nueva vida, sí, para llenar mi vacío. Cuanto más aprendo más me doy cuenta de que no sé nada.

-¿Y en qué fase se encuentra?

-En una buena. Y tendrá algo que ver que tenga un hijo de 10 años y otro de 11 y medio, podría ser su abuelo pero hago bien de padre. Mi vida es una búsqueda y aprendizaje continuos. No entiendo a la gente que se aburre. Es como un delito, como morirse antes de tiempo.

-Para algunos, está más presente el personaje Al Bano, objetivo de la prensa rosa, que su trayectoria.

-Por suerte se ha bajado la persiana. Y si alguna vez hubo violencia es porque donde no hay la fuerza de la razón tiene que haber la razón de la fuerza. Y he llegado a aplicar esta segunda parte porque estaban instrumentalizando algo que nunca se tendría que permitir. Me parece inconcebible. No es ético ni humano. Cuando oía y veía el rumbo que tomaba todo este asunto... como el testigo X... como si esa señora [Lydia Lozano] fuera el mago Merlín ¡y todo en nombre de la diosa audiencia!

-¿Y en dónde buscó refugio?

-En la fe. Hubo un tiempo, con tantas cosas duras y tanta violencia, que me alejé de ella. Pero nació otro Al Bano porque a los daños que recibía se sumaban los que yo me provocaba. He luchado mucho por mi equilibrio mental.