Miedos y sexualidad

Cuerpo cerrado en mente cerrada

Hay quienes cierran su cuerpo al sexo, a la intimidad, al espacio de pasión en pareja, incluso llevando años de relación, pero en realidad lo que tienen cerrado es su mente

Pareja en la cama con poca sintonía.

Pareja en la cama con poca sintonía. / periodico

ELENA CRESPI ASENSIO

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Muchas personas creen que para podernos relacionar sexualmente necesitamos un cuerpo y, si bien es cierto que el cuerpo es una pieza del juego, la más imprescindible y quien lo inicia todo es nuestro cerebro, nuestra mente. Y éste tiene que estar preparado para compartir una parte tan íntima de nuestra vida y de nuestro ser.

Aparentemente, cuando hacemos el amor con alguien o cuando tenemos relaciones sexuales compartidas, quien se desnuda es nuestro cuerpo y debemos sentirnos cómodos con él y conocerlo bien, cierto... pero quien hace el verdadero 'striptease' es nuestra mente, nuestras emociones, nuestra alma... para mostrarnos ante el otro con o sin máscara, para compartir parte de nuestra esencia, de nuestro placer, de aquello que nos da vergüenza, aquello que nos excita, etcétera. Para poder hacer esto, es necesario vencer el miedo, la timidez, los nervios, la ansiedad de una situación nueva, la sensación de no saber qué hacer...

Y la mayoría de personas pueden ir superando esas fases de manera más o menos veloz y empezar a gozar de una sexualidad libre, placentera, compartiendo dudas y alegrías con quien comparte "cama" (sea una relación estable o esporádica).

Pero hay quien no puede cruzar ese límite y queda atascado sin poder "desnudarse" ante el otro, física y emocionalmente. Pueden ser personas a quienes las situaciones sexuales les incomodan y les traen muchos dolores de cabeza, inseguridades, malestares, sentimientos de culpa, de ridículo, de no saber qué hacer... sienten que tienen poca experiencia y que la otra persona notará que no saben desenvolverse en ese terreno, personas que quizás no conocen bien su propio cuerpo y eso impide que puedan compartir sus deseos con su pareja o que sienten cierto miedo en explorar el cuerpo de la pareja...

Sentir todas esas cosas es muy habitual pero quien cierra su cuerpo es porque esos pensamientos han cerrado y atascado su mente y no le permiten avanzar. Y a partir de ahí, su sexualidad se convierte en un pequeño monstruo que cada vez va creciendo más y más. Eso dificultará que se relacionen íntimamente con los demás e, incluso, con su pareja.

He conocido a dos tipos de personas que conviven con ese miedo tan irracional a la sexualidad que hace que su cuerpo y su mente se cierre a la intimidad de la pareja:

- Las que evitan tener pareja y deciden vivir en solitario para no tener que enfrentarse a ninguna situación íntima.

- Las que tienen pareja y, por miedo, reducen su relación a convivir cómodamente con un/a compañero/a de piso. En esta ocasión pueden divertirse, tener aficiones comunes, hacer muchas cosas juntos pero cuando nos referimos a la cama... es un terreno que solamente permite dormir en él, nada más... y conviven sin jugar.

Quienes tienen miedo a la intimidad y a la sexualidad y tienen pareja pueden encontrarse con:

- Parejas que sientan y piensen como ellas y, en este caso, puede que convivan sin problemas y acepten que ninguna de las dos desea tener sexualidad o...

- Parejas que desean tener una sexualidad normalizada y esperan y esperan y esperan a que la pareja empiece a sentirse más cómoda y puedan tener un juego sexual e íntimo normalizado. En esta situación... aparecerán dificultades y problemas entre los dos.

Pero no nos alarmemos, se puede llegar a normalizar la sexualidad y a vivirla cómodamente pero hay mucho trabajo detrás si realmente se vive la sexualidad como un monstruo. Ese trabajo puede hacerse solo o acompañado de un profesional.  Y recomendamos que quien viva la sexualidad con miedo, vergüenza extrema y le traiga muchos quebraderos de cabeza, empiece a buscar el camino para desenredar todos los miedos.

Desde aquí, os animo a que empecéis a mirar vuestra sexualidad de manera distinta para empezar a caminar hacia el bienestar íntimo y emocional, en solitario o en pareja.

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