El peso de la púrpura
Rossi, que se ha desgastado mucho en guerras dialécticas, se arriesga a volver a perder la batalla de la pista
EMILIO PÉREZ DE ROZAS / DOHA (Enviado especial)
Puede que no tenga importancia, pero hace dos años o, incluso menos, Valentino Rossi, de 37 años, nueve veces campeón del mundo y un auténtico icono para el motociclismo, presidía todas las conferencias de prensa con las que, el jueves, se abría cada gran premio. Y, en esas charlas, el ‘Doctor’ se permitía el lujo, porque era él, el amo, el jefe, de cuchichear con los pilotos que se sentaban a su lado, haciendo gestos, provocando risitas, sin importarle lo más mínimo que estuviese hablando otro colega. El caso era provocar una auténtica lluvia de ‘clics’ de cámaras fotográficas, que no perdían detalles de su conversación.
UNA GUERRA ABSURDA
Eso ha dejado de suceder. Y no porque Rossi ya no acuda a esas conferencias, pues las sigue presidiendo, sino porque ha dejado de monopolizarlas y, sobre todo, porque cada vez tiene menos amigos y puede hablar con menos pilotos, pues tiene una pésima relación, nula, con los que ya son grandes protagonistas de MotoGP y, por tanto, también acuden a esos eventos. "No sé si alguien de su entorno, siempre tan dicharachero y provocador, le recomendó que abriese esta guerra dialéctica que ha puesto en marcha este invierno", señala un componente del ‘team’ Movistar-Yahama. "Puede que Valentino haya hecho mella, con su discurso acusador, en la mente de Lorenzo y Márquez. Más en la del primero que en la del segundo. Pero, de lo que no tengo la más mínima duda, es de que se ha añadido presión. Y mucha. Ahora debe ganar, sí o sí, o se expone a que, cada vez que le derroten, le manden callar, como ocurrió el domingo por la noche en Doha".
SUBE EL NIVEL DE MOTOGP
"Yo aposté, nada, 50 euros, a que el año pasado ganaba el décimo título. Y perdí", comenta con una sonrisa de oreja a oreja el italiano Carlo Pernat, uno de los creadores del ‘fenómeno Rossi’ en la pista hace más de una decena de años. “No voy a decir que me parece muy, muy, complicado que vuelva a tener una oportunidad como aquella, pero me temo que la parrilla y, sobre todo, el ramillete de pilotos que aspiran al podio en MotoGP ha subido varios peldaños en calidad. Y eso, quieras o no, perjudica a Vale". "Me gustaría señalar un detalle que parece haber pasado desapercibido a muchos”, agrega el pillo Randy Mamola, cuatro veces subcampeón del mundo de 500cc. "Cuando decimos que ‘Vale’ ha renovado por dos años, parece que solo le quedan dos años. No, no, son tres años, pues el actual acaba de empezar. Y yo, la verdad, por más valor que le dé a lo que hace Rossi, no le veo en condiciones de pelear tres años más con estos jóvenes".
CADALORA, EL NUEVO ASESOR
Es evidente que Catar no es síntoma de nada, pues se trata de una carrera muy especial. Pero también es especial para Lorenzo y Márquez y estuvieron brillantísimos. "El año pasado gané en Losail, pero fue como sacar un conejo de la chistera", reconoció ayer Rossi. "El problema de este año es que he estado cerca de los primeros, pero nunca les he podido atacar. No era tan competitivo como ellos". Muchas voces expertas del ‘paddock’ comentaban este fin de semana que "Rossi ha de arriesgar demasiado para intentar acercarse a los cronos de Lorenzo, Márquez, Iannone, Dovizioso, Viñales y hasta de Pedrosa. Y, aún así, le cuesta. Cuando lo ves en la pista temes que se caiga. Va, al límite".
Los hay, en el divertido entorno del 'Doctor’, a los que les encantaría que ‘el jefe’ se olvidase de una vez de su guerra dialéctica con Lorenzo y Rossi, y se centrase en trabajar con la moto. Quienes defienden esta necesidad miran como salvavidas al excampeón italiano Luca Cadalora, un expiloto de enorme sensatez y discreción, no contagiado del espíritu de Tavullia y capaz, sin duda, de decirle a Rossi lo que no quiere oír, que es lo que le silencia la ‘tribu de los chiuauas’. Y, sobre todo, pedirle que olvide los enfrentamientos verbales que Lorenzo y Márquez, velocísimos y portentosos, han decidido resolver en la pista, donde más débil es el ‘Doctor’, donde empieza a notar el peso de la púrpura.
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